domingo, julio 15, 2007

Encuentro milagroso en LA

Cruzar la frontera por el desierto para llegar a Estados Unidos es lo más común para quienes buscan el llamado "sueño americano" sin tener documentos. Pero por la mente de Doris Monge nunca había pasado siquiera ese pensamiento, hasta que alguien llegó a su choza en Ecuador para convencer a sus padres de que aquí se gana "mucho dinero".

Sin embargo, no le quedó más remedio que caminar día y noche entre arenales y páramos solitarios tras haber pasado horas interminables en la caja de un camión de mercancías, hasta llegar a un refugio retirado donde dice que se juntaron más de cien personas.

"Sólo había montes y mucho calor. Pasamos tres días y tres noches caminando, descansando sólo dos horas, comiendo una fruta y bebiendo una botella de agua", dice la niña indígena, de 15 años.

"Eran tres personas las que nos guiaban. Dos hombres iban juntos y otro iba más adelante", prosigue la menor, que "no sabía cuánto faltaba para llegar a Los Ángeles ni dónde estaba", hasta que aparecieron agentes de inmigración. Junto a 12 personas, se la llevaron detenida después de que "los guías salieron corriendo".

Doris había llegado a Arizona. Una carta del servicio de inmigración confirma que fue en la localidad de Naco donde la detuvieron el 17 de marzo. Más de un mes después de haber salido de su aldea andina encontraba por fin a alguien que pudiera velar por ella, aunque fuera a parar con sus huesos a la cárcel.

"Había bastantes policías que hablaban en inglés y yo no entendía nada de lo que decían ni de lo que estaba pasando", relata Doris. "Estuve en cuatro cárceles. En la primera me tuvieron dos días y una noche [en Arizona] y luego me trajeron a California".

Documentos comprueban que la menor llegó a Los Ángeles en avión el 4 de abril, donde fue internada en un centro de ayuda a niños indocumentados que no pueden ser deportados por no tener la mayoría de edad.

Entre tanto, su familia se sumía en la desesperación de no haber vuelto a saber nada de la niña, hasta que un chisme abrió la remota posibilidad de que dieran con ella. Pero el milagro estaba cerca.

"Los papás de Doris llamaron a mi mamá, que son vecinos y se conocen desde hace tiempo", dice Roberto Aguirre, que se ha hecho cargo de la niña y dejó Los Andes cuando tenía 21 años para buscar, también, una mejor vida en Estados Unidos. "Viven a dos horas de distancia caminando, y les había llegado el rumor de que yo estaba en Estados Unidos y que el año pasado había ayudado a una inmigrante. Sólo llamaron por saber si yo sabía algo".

Sin explicarse cómo ni por qué, Aguirre recibió una llamada del centro de ayuda donde se había instalado la niña. Tras consultarlo con su esposa, se decidió a iniciar los trámites para acogerla en su casa. Doris salió a la calle el pasado 16 de mayo, pero el proceso no fue fácil.

"Tuve que presentar muchas evidencias y documentos, incluyendo huellas para revisar mi historial criminal. Mientras tanto, nunca me dejaron hablar con ella", recuerda el tutor legal, que administra un taller de desguace en Fontana. "Hasta pidieron que presentara un poder especial de los padres autorizando que podía sacarla, por lo que tuve que avisar a mi mamá para que lo mandaran".

Doris empezó clases el pasado mes en la Escuela de Desarrollo de Lenguaje de Fontana. En su aldea natal había un profesor que enseñaba hasta el quinto grado, pero dice que hace tiempo terminaron cerrando el plantel donde le enseñaban a escribir y leer.

"No la pudieron recibir en una escuela normal porque está atrasada cuatro años en su nivel de aprendizaje y primero tiene que nivelarse con los demás estudiantes", comenta Aguirre.

El próximo 27 de noviembre, Doris Monge tendrá que asistir al tribunal de inmigración, donde un juez decidirá si se queda. De momento se ha ganado el corazón de quien, conociendo bien de dónde procede, ha sabido acogerla en su casa.

"Quise ayudarla porque todos venimos aquí igual. Somos gente pobre del campo y si no nos damos la mano unos a otros no salimos ninguno adelante", dice el tutor. "Si hubiera sido mayor de edad la habrían deportado directamente, pero ahora están estudiando su caso por si pueden darle una vista humanitaria".

Por ahora, el único consuelo que tiene Doris es ver las fotografías de sus padres y familiares que trajo la hermana de Aguirre de un viaje a Los Andes. También tiene un video donde sus progenitores, con los que sólo ha podido hablar dos veces desde que salió de la choza, piden que no le hicieran nada malo cuando todavía no sabían dónde se encontraba su hija. Pero esa cinta la niña prefiere no verla porque se pone nostálgica.

"Quiero estar aquí para poder estudiar, ser alguien en la vida y así ayudar a mis papás", dice Doris, tan pensativa como afectada. "Ojalá haya servido de algo el viaje por el que pasé, y si Dios me permite quedarme, pueda regresar algún día a ver a mis padres".


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