sábado, julio 28, 2007

Puerta grande para la poderosa madurez de El Fundi

ZABALA DE LA SERNA. SANTANDER.

Que a El Fundi no se le haya reventado el carburador de su motor, ya tiene un mérito tremendo a estas alturas de su carrera. Veinte años, veinte de matador, lleva Fundi pasaportando corridas de pedernal, toros de sílex. Y no sólo no ha gripado, sino que en su madurez ha alcanzado un punto de sazón que reconforta, un poso de viejo lidiador que interesa. Admira su preparación, sus recursos, sus conocimientos y, por supuesto, su valor y su poder. A todo ello se debió la puerta grande que conquistó en Santander. Y a una espada atronadora.

Arreó el toro que abrió la complicada corrida de Cebada Gago. Remoloneó antes de un puyazo que se quedó corto: en banderillas apretó a Fundi y a Encabo con carbón en las calderas. El intervencionismo de la cuadrilla se antojó excesivo. Y no siempre oportuno. Las dobladas hasta la misma boca de riego pretendieron el quebranto. Fundi se centró por el lado derecho, muy mandón. Sin mando o gobierno aquello te podía comer. Y de hecho a izquierdas quería morderle los tobillos. Intratable al natural la bestia.

El torero de Fuenlabrada volvió a ligar los derechazos, a respirar en la cara, a enseñarle los muslos. Un derrote al antebrazo en uno de esos pases de pecho de ¡ay! lo desarmó. Cualquiera se hubiera ido a por el estoque, pero El Fundi dijo que farruconadas a él las justas y lo apuró por ambos pitones, el chungo y el menos chungo, hasta desplantarse a cuerpo limpio con chulería madrileña. El volapié, como ocurrió en San Isidro, fue soberbio de ejecución y colocación. Diríase que aún más ralentizado. Oreja de ley. Incontestable.

También la que le arrancó al cuarto cebada. De tan fácil que anduvo El Fundi con el capote, en las chicuelinas al paso, en un quite por delantales, a mí me pareció que el toro podía embestir bien. ¡Ja! Craso error. El toro, tras un trincherazo, en la primera serie diestra ya demostró su sentido de la orientación: una colada no puso a El Fundi en el palo de la bandera de milagro. La batalla fue a cara de perro. Las dentelladas revolviéndose de rabia no encontraban a un Fundi que se zafaba con la muleta de intermediaria. El broche por bajo, metiéndose con el toro, y el desplante rodilla en tierra desprendieron un sabor añejo de tonos sepia. La estocada hasta la bola por todo lo alto, pura ambición, la cambió por una épica salida a hombros.

El tercero fue el mejor de los correosos cebaditas, pronunciado el diminutivo como lo haría Nati Mistral. Noble pero un punto rebrincado, le valió a López Chaves para despatarrarse y tirar de él tres tandas de redondos muy encajado y entregado. Cuando presentó la izquierda el toro se rajó, aunque todavía se dejó cerca de tablas en circulares invertidos, péndulos y alardes del valeroso Chaves, que de nuevo desperdició un trofeo por culpa de su desafilada tizona. El otro de su lote fue un manso morucho que lo arrolló en el capote en arreones al bulto. Después se paró sin solución.

Luis Miguel Encabo le buscó las vueltas a un quinto que se movía lejos de lo bueno y a mitad de camino de lo malo. Ni fu ni fa. Listo, animoso y trajinero Encabo, que cumplió con oficio en banderillas como luego no hizo con la espada. Su anterior toro se rajó demasiado pronto y volvió grupas constantemente.

Santander
Plaza de toros de Cuatro Caminos. Viernes, 27 de julio de 2007. Octava corrida. Casi lleno. Toros de Cebada Gago, serios y desiguales, dieron juego complicado con mansedumbre; destacó el noble y buen 3º, que acabó rajado.
El Fundi, de azul cielo y oro. Estocada hasta la bola (oreja). En el cuarto, estocada. Aviso (oreja). Salió a hombros.

Luis Miguel Encabo, de azul pavo y oro. Estocada y descabello (silencio). En el quinto, pinchazo, estocada desprendida (saludos).
López Chaves, de azul marino y oro. Media estocada tendida y dos descabellos. Aviso (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada atravesada y contraria (silencio).

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