viernes, julio 13, 2007

¿Los últimos Ford al volante?

Después de un siglo al mando de una de las mayores empresas del mundo, la familia Ford podría perder el control sobre Ford Motor.


Henry Ford decía "El secreto de mi éxito está en pagar como si fuera pródigo y vender como si estuviera en quiebra." Más de un siglo después de que el gran emprendedor e inventor fundara una de las empresas más grandes de la historia, la quinta generación de sus sucesores está afrontando una fuerte crisis, debida a una gran deuda acumulada en el último periodo, y que podría decidir la continuidad de la familia Ford al mando del gigante automovilístico Ford Motor.



La vida de Henry Ford sigue siendo el modelo para muchas empresas familiares que sueñan con crear grandes imperios controlados por la familia. El fuerte compromiso de reducción de costos le llevó a idear una gran cantidad de ingenios técnicos y de gestión. Su visión de negocio basada en el consumo revolucionó el mercado e introdujo un sistema de franquicias que estableció un concesionario en cada ciudad de Estados Unidos y en las principales ciudades de cada continente. Henry Ford legó gran parte de su inmensa fortuna a la Fundación Ford, cuyo principal objetivo es recibir y administrar fondos para propósitos científicos, educativos y caritativos, para el bienestar público. Pero también, a través del sistema dual de acciones, se aseguró de que su familia siguiese dirigiendo la compañía durante muchas generaciones sucesivas.



Ford Motor, es la tercera compañía automovilística del mundo y la cuarta más grande de las empresas familiares. La familia Ford, que posee el 4% de las acciones de la empresa, tiene la clave para decidir sobre el futuro de la empresa y decidir sobre las negociaciones. Gracias al sistema, inventado por Henry Ford, la familia controla un pack de acciones de clase B, y el 4% de las acciones que posee equivalen al 40% del poder de voto. Cada acción en manos de un miembro de la familia Ford tiene 16 veces más valor de voto que una acción normal en manos de los demás accionistas.



La compañía gestionada por la quinta generación de los Ford ha sufrido unas pérdidas record de 12,7 mil millones de dólares en 2006, y otros 282 millones en el primer cuarto de este año. Para salir adelante necesitará el nuevo capital de inversión en apenas unos años, saldar con éste la deuda y cubrir los gastos de producción y la expansión en los nuevos mercados. Pero el problema es que los inversores no están dispuestos a arriesgarse a los caprichos de una gerencia controlada por una familia que no tenga una sólida trayectoria.



El pasado mes de abril los integrantes de la familia Ford tuvieron una “reunión informativa” con los banqueros de inversión para que les aconsejaran sobre sus opciones de cara al futuro. Sin embargo, la reunión terminó sin importantes anuncios y con una única declaración por parte de Bill Ford quien declaró que “el concepto de traer un asesor externo es algo en que todos coincidimos que no era el momento”.



Actualmente, la empresa está dirigida por Alan Mulally, un ejecutivo de alto rango de Boeing, quien fue contratado para sanear la compañía y que, en el cargo de máximo responsable ejecutivo de la empresa automovilística, sustituyó a Bill Ford, el bisnieto de Henry Ford, quien sigue manteniendo el puesto del presidente de Ford.



Bill Ford, de 50 años, su primo Edsel, de 58, y su padre Bill Sr., de 82, junto con otros miembros de la familia más cercana tienen, o han tenido, cargos de importancia en Ford. Junto con decenas de familiares controlan las acciones de clase B que solamente pueden ser propiedad de la familia Ford. Únicamente en el caso de que ningún Ford quisiera comprar las acciones B puestas a la venta, éstas podrían ser vendidas como acciones de clase A o, en última instancia, vendidas por efectivo. Estas medidas son, pues, necesarias para que la familia pueda mantener el control.



Algunos de los miembros de la familia no dependen económicamente de Ford Motor. Por ejemplo Bill Ford Sr., el propietario del equipo de fútbol americano Detroit Lions y Elena Ford, hija de un magnate naviero, serían ricos incluso sin los dividendos que reparte el gigante automovilístico. Pero muchos otros miembros de la cuarta y la quinta generación dependen totalmente de la empresa fundada en 1903, y su mayor temor es la quiebra, que dejaría sin valor sus acciones. Esta incertidumbre podría provocar que, en el futuro próximo, muchos de ellos se plantearan vender sus acciones a un precio de 8 dólares por acción, el valor actual, y de está forma dejar a Ford Motor lejos del control de la familia. Sería la primera vez en los 104 años de su historia.


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