domingo, septiembre 28, 2008

Un chico en una silla de ruedas muestra gran belleza con su baile

«Un chico en una silla de ruedas muestra gran belleza con su baile»

Enrique Figaredo, conocido como 'Kike', llegó a Camboya en 1985, cuando el país estaba inmerso en una guerra que no finalizó hasta 1998. Ganador del Premio Vocento a los Valores Humanos y finalista del Príncipe de Asturias, el obispo Battambang visita España con el grupo de baile de Tahen, formado por niños huérfanos, enfermos de polio y mutilados por las minas que pueblan los campos de su país, que actuará hoy en el teatro Cervantes de Valladolid.

-Es la tercera vez que el grupo de baile visita España, ¿cuáles son los objetivos de la gira?

-Queremos seguir aumentando la capacidad de creación de lazos de amistad entre españoles y camboyanos. Ya hay mucha gente que nos apoya y quiero fortalecer estos lazos y difundir nuestro mensaje de integración. Los chicos están en una sociedad muy pobre y queremos mostrar que es posible lograr la integración con la cultura autóctona. Creemos que la cultura es un camino para la paz, pero también para la integración social de todos, porque los niños discapacitados cogen confianza en si mismos gracias al baile. Un chico o una chica en silla de ruedas muestra una gran belleza mientras baila.

-¿En qué consiste el espectáculo?

-Los chicos interpretan baile clásico y folclórico. Éste último es el que cuenta la vida de la gente de hoy: la pesca, el cultivo, las minorías étnicas... es muy interesante porque habla de la vida. Nosotros hemos creado nuevos bailes, como el de las minas antipersonas. Ha sido creado siguiendo las técnicas camboyanas para mostrar cómo es el proceso de liberar las minas.

-¿Cómo surgió la idea de crear un grupo de baile con niños discapacitados?

-No ha sido una labor fácil. Yo siempre quise trabajar con niños discapacitados en el arte, la danza y los instrumentos, por eso hace seis años creamos un grupo con niños discapacitados. Y hace dos pensamos en unirlos. Todos sabían bailar y todos trabajan con el mismo nivel de exigencia. Poco a poco creamos una atmósfera de integración muy bonita.

-Con el dinero recaudado en la gira construirán un colegio y una residencia de acogida, ¿qué otros proyectos tienen en Camboya?

-Trabajamos para la construcción de infraestructuras básicas, escuelas, caminos vecinales, dispensarios... Queremos que los niños puedan estudiar y crear una buena economía en el campo. También tengo dos proyectos de turismo rural: dos pequeños bungalows para que los turistas disfruten de la vida del campo. Pensamos atraer el turismo familiar que ahora mismo llega a Camboya desde otros países asiáticos y europeos. Esto generaría una economía en el pueblo que evitaría que la gente tenga que emigra a la ciudad para poder sobrevivir.

-Camboya es uno de los países del mundo con más minas antipersona en su territorio.

-Hemos comprado 10 hectáreas de tierra que estamos desminando y hemos sacado 140 minas. Estas minas cuestan dos o tres euros, pero sacarlas vale más de mil. Con ese dinero yo podría construir una granja. Las minas son inhumanas porque no reconocen nada y pueden atacar a cualquiera. Muchos niños son mutilados cada día por ellas. Y aunque los gobiernos de los países escandinavos, Alemania y Francia se han portado muy bien con sus aportaciones para desminar Camboya, otros países como EE.UU., India o China todavía las utilizan.

-Llegó a Camboya en 1985, cuando el país estaba en guerra, ¿cómo ha
evolucionado desde entonces?

-Es otro país. Ahora hay paz, ya no ves armas, hay niños en las escuelas, hay ayudas para el progreso. Pero la sociedad está descabezada, no hay líderes con formación y capacidad gestora. Hay tráfico humano y mucha violencia doméstica y alcoholismo. Estamos trabajando para que los niños tengan mejor formación, pero con la Globalización es cada vez más difícil. Sus casas no tienen baño, pero tienen televisión y DVD con películas que no deberían ver y un teléfono con una factura muy alta. El centro de arte les saca de la monotonía, les moviliza, les une y pasan un tiempo juntos tras el cual terminan agotados y orgullosos. Les distancia de nuevos vicios. Gracias al centro conocen su cultura y pueden lidiar mejor con la influencia extranjera.

-¿Cómo afectará la crisis económica a Camboya?

-La crisis ya nos ha afectado. La estructura de los precios se ha roto y el precio del arroz se ha multiplicado por dos. Antes podíamos construir una casa por 600 dólares y ahora cuestan 2.000. Esto es lo que ha pasado hasta ahora. A partir de ahora se reducirá la generosidad de las instituciones y de las personas. Nuestro objetivo es mantener los proyectos, aunque tengan que ir más despacio.

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