martes, septiembre 16, 2008

Dejemos que la mente dome a un intestino


Si usted ha sentido mariposas en el estómago alguna vez, o ha tenido un ataque de nervios que lo envío corriendo al baño, usted ya sabe que el tracto intestinal tiene mente propia.

Los millones de personas que sufren de síndrome de intestino irritable, o SII, quizá lo sepan mejor.

El SII, con sus síntomas que producen hinchazón, dolor abdominal, flatulencia, diarrea o estreñimiento o un ciclo en el que alternan ambos, puede afectar seriamente la capacidad de trabajar o disfrutar actividades placenteras. Hasta 15 por ciento de la población estadounidense lo padece, aunque solamente la mitad busca ayuda médica.

El estómago y el cerebro están conectados íntimamente, con más células nerviosas en los intestinos que en el sistema nervioso central. El intestino ha sido llamado el segundo cerebro del cuerpo, conteniendo 95% de la serotonina del organismo y conexiones nerviosas directas al cerebro.

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Así que no causa sorpresa que este común desorden de la función intestinal tenga una fuerte conexión cuerpo-mente.

Esto no significa que el SII sea una condición psicosomática ocasionada por emociones, sino más bien que alteraciones emocionales pueden agravar síntomas en una persona que tenga un intestino hiperreactivo.

De manera similar, esto significa que aprender a reducir al mínimo la tensión y las alteraciones emocionales pueden reducir los síntomas del SII, quizá de manera más efectiva que los medicamentos, según han indicado investigaciones recientes. No obstante, buena parte del material educativo acerca de esta condición resta importancia a la conexión cuerpo-mente, así como al vital papel que puede desempeñar el reentrenamiento emocional para controlarlo.

Quizá esto sea una reacción exagerada al pasado, cuando a la mayoría de los pacientes con SII le decían que no tenían nada mal físicamente: que todo estaba en su mente. Después de todo, ellos no presentaban una sola causa orgánica como un tumor, infección o úlcera.

MCT/Direct

En la moderna era de la "medicalización", el péndulo se balanceó en la otra dirección. Los gastroenterólogos ahora reconocen que el Síndrome del Intestino Irritable es un verdadero desorden fisiológico o "funcional", aunque no se ha descubierto una causa específica.

Estudios recientes han implicado a la serotonina como uno de los factores, ya que los pacientes con SII tienen receptores reducidos para este químico. Además, hay estudios que han demostrado que bajos niveles de inhibidores selectivos de reabsorción de serotonina a veces pueden aliviar sus síntomas.

En muchos pacientes, los síntomas pueden ser desatados por grandes comidas o ciertos alimentos, entre ellos el trigo, centeno, cebada, chocolate, productos lácteos, alcohol, café, té y bebidas de cola. Si llevan un diario alimentario y registran los momentos en que estallan los síntomas, los pacientes pueden identificar sus susceptibilidades y evitar los alimentos responsables.

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