domingo, septiembre 28, 2008

Marcado por el «método» y por Monty Clift




En los años cincuenta hubo una proliferación de grandes actores y mitos cinematográficos, dotados de un «sex appeal» como nunca antes se había conocido en la industria de Hollywood. Paul Newman resumió, sin ambigüedades, el ideal de belleza masculina. Solamente tuvo un competidor como anti-héroe exitoso: Steve McQuenn, con quien compartió su espectacular belleza, la admiración de las mujeres, la pasión por las carreras de coches y, también, el cáncer de pulmón que acabó al final con ambos. Paul Newman estudió en el Actor?s Stu- dio de Nueva York. Triunfó con sonados melodramas sureños escritos por Tennessee Williams y Faulkner en los que compartió estrellato con su mujer Joanne Woodward y con Liz Taylor en la cumbre de su belleza felina.

El nuevo Brando

Así, en «La gata sobre el tejado de zinc» (1958), Paul Newman consiguió el triunfo internacional, el reconocimiento público como actor y el estatus de estrella como el nuevo Brando, estigma que arrastró durante muchos años. Pese a su indudable fama y éxito popular, nunca llegó, sin embargo, a ser un mito como Dean o el mencionado Marlon Brando.

Fue, eso sí, un «sex-symbol» con los ojos azules más turbadores del cine, marcado en exceso por el «método» de Lee Strasberg y la sombra alargada del magisterio interpretativo de Montgomery Clift, un gran actor de quien heredó el papel de perdedor que Monty hizo irrepetible. Los ojos de éste refle- jaban vulnerabilidad. Los de Newman, la obstinación del desclasado ambicioso.

Fue en su etapa final cuando Paul Newman consiguió aproximarse a esa mirada en «Ni un pelo de tonto» (1994), y en «Veredicto final» (1982), compendio magistral de toda una carrera dedicada a perfeccionar el papel de perdedor, víctima de una irrefrenable pulsión autodestructiva.

A Paul Newman se le ha considerado un gran actor, probablemente mimetizado en demasía por la neurótica gesticulación del Actor's Studio: los famosos «tics» de la escuela naturalista de Stanilavski, que, afortunadamente, fue perdiendo a lo largo de su exitosa carrera.

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