domingo, septiembre 28, 2008

La belleza de todos los días

Un porrón en la cumbre del diseño? A Juli Capella no le parece tan extraño. Si uno se fija, la figura reúne sencillez y sensualidad, y además sirve a la perfección para su cometido, "beber mirando al cielo", como dijo Bigas Luna. Capella sabe de lo que habla. Lleva décadas estudiando el diseño y él mismo oficia de diseñador, además de arquitecto. Ya ha llegado a las librerías su última obra, Made in Spain (editorial Electa), un sugerente catálogo de 101 invenciones patrias que han dejado al mundo con la boca abierta, desde la paella al taburete de Mariscal.

Sí, la paella también entra en este volumen, por la forma del recipiente y por la manera de colocar los ingredientes en la presentación final. El autor ha querido que "el alto diseño y el ingenio popular se den la mano", y que el lector se dé cuenta de que está rodeado en todo momento de objetos funcionales con unos perfiles dibujados para agradar a nuestros sentidos.

Algo tan 'bajo' como la fregona ilustra la altura de miras de los diseñadores ibéricos. Su inventor se llama Manuel Jalón, nació en Logroño en 1925 y vive en Zaragoza, llegó a comandante pero se retiró del Ejército para dedicarse a diseñar. Su vocación nació de repente. Ante una mujer que estaba arrodillada, fregando, un familiar le preguntó que por qué no inventaba algo para terminar con aquel fastidio.

Así nació el mocho. Luego Jalón añadió el cubo con una cesta para escurrir el agua y patentó el invento. Algunos turistas hasta se lo llevaban a sus lugares de origen, y en 1976, ya con su propia empresa, vendía tres millones de fregonas por todo el mundo. Los anuncios del artilugio, en los años sesenta, revelaban que algo estaba cambiando, pues en mitad del franquismo aparecían mujeres con pantalones o con minifalda. Fregar de rodillas no era para nada moderno.


Tradición y presente

Capella se fija también en la minipimer, obra del delineante Gabriel Lluelles, en el frasco de Agua Brava, del pionero del diseño español André Ricard, y en la estufa catalítica, producida por la marca Super Ser, del grupo Orbaiceta.

El trayecto que propone el autor va desde los inicios de la historia, como la txapela o boina vasca, que data seguramente de la Edad de Bronce, hasta la modernidad del logo de El Corte Inglés, la bolsa de Zara y los zapatos Camper. "No he querido hacer un ejercicio de nostalgia, sino que he tratado de mostrar que el diseño español tiene sus raíces y su tradición, pero que también está enclavado en el presente", señala el autor.

El libro está atravesado de historias, aquellas de las que han salido los objetos y que forman o han formado parte de la vida cotidiana de los diseñadores o de las usuarios. Custo dio con su peculiar estilo paseando por California con su hermano. Las malas lenguas aseguran que en 1866 se quitó el tercer pico del tricornio, el que estaba en la frente, para echar la siesta con más comodidad, y el creador del Anís del Mono, único por su inolvidable etiqueta, pretendió tan sólo "perfumar interiormente" a quienes lo tomaran.

En una foto recogida en el libro se ve a Picasso con una botella de Tío Pepe y en otra al detective Kojak con un 'chupa chups'. Como dice Capella, lo que poca gente sabe es que fue Salvador Dalí, junto con la agencia Izquierdo y Nogueras, quien dibujó el logotipo de esa marca de caramelos.

Casi al final aparece el buzón de Correos, que está instalado en 33.609 puntos de la geografía española y cierra el libro los fusiles CETME. Capella no les quita mérito. Pero es lo único que no le hubiera gustado diseñar de toda su selección.

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