lunes, noviembre 03, 2008

Seduzca para recibir

Durante la etapa de seducción, los hombres tienen detalles cautivadores con la mujer elegida, y ellas expresan ampliamente sus sentimientos y emociones con abrazos, caricias y palabras.

El hombre da muestras de su carácter proveedor y la mujer da muestras de afectos y cuidados. Él consigue sexo sin muchas exigencias y ella está económica y afectivamente resuelta. Ambos creen, erróneamente, que esta cadena de actitudes es sólo durante la conquista y les cuesta aceptar que es permanente la seducción para vivir en pareja. Biológicamente necesitamos ser seducidos y excitados cada vez que nos proponen tener sexo.

Resultados de investigaciones recientes revelan que la etapa del cortejo entre el hombre y la mujer de origen latino consiste en una serie de permisos para demostrar interés por la aceptación, es decir, dar un pasito y, si lo dejan, seguir avanzando, dar el otro más adelante, hasta la culminación en el amor. Hasta aquí los latinos somos excelentes; el asunto se complica cuando se cree que "ya está".

Para recorrer el camino de seducción, tanto los varones como las mujeres repiten conductas culturalmente aprendidas, además de las que biológicamente le corresponden a cada sexo.

Las mujeres demuestran sentimientos y emociones con gestos, palabras y abrazos, mientras que los hombres lo hacen con la entrega de objetos materiales: regalitos, invitaciones a comer, al cine, flores, haciendo de chofer, etc. Estas pautas culturales durante el período de conquista son las herramientas para seducir.

Así, hombre y mujer inician una relación de pareja con la intención de satisfacerse recíprocamente necesidades de afecto, de protección, de sexo, etc.

Lamentablemente, es frecuente que una vez que ambos se aceptan como pareja, después de transcurrido el primer año de relación, se acaban las caricias y adiós a los regalitos. Algunos terapeutas de pareja sostienen que esta etapa dura entre 10 y 18 meses, y la llaman "la caída de las máscaras", nombre por demás significativo de lo que acontece en la realidad, donde una vez que se ha conseguido lo que se quiere, se descuidan las necesidades ajenas y se exige las satisfacciones de las necesidades propias, olvidando que fue un intercambio de compensación mutua lo que los unió como pareja.

El fin de esta etapa de miel y cariñitos está determinado por la capacidad que tengan cada uno de los miembros de la pareja de seguir atendiendo las necesidades del otro e ir trabajando juntos el cambio hacia un objetivo compartido por ambos.

Es decir, si usted llegó a los brazos de él porque necesitaba no estar sola y él decidió rodearla con sus fuertes brazos porque usted le gustaba, ahora "las presas" están mutuamente atrapadas, si cambian los anzuelos que usaron para atraparse, correrán el riesgo de perder a sus presas.

Dicho de otra forma: a la mitad del partido no cambie las reglas del juego, esto trae un conflicto de intereses. Si usted quiere seguir gozando de las mieles del amor, tendrá que continuar con los regalitos y atenciones y ella continuará con las caricias y abracitos, para vivir enganchados para siempre.

Durante la etapa de seducción, los hombres tienen detalles cautivadores con la mujer elegida, y ellas expresan ampliamente sus sentimientos y emociones con abrazos, caricias y palabras.

El hombre da muestras de su carácter proveedor y la mujer da muestras de afectos y cuidados. Él consigue sexo sin muchas exigencias y ella está económica y afectivamente resuelta. Ambos creen, erróneamente, que esta cadena de actitudes es sólo durante la conquista y les cuesta aceptar que es permanente la seducción para vivir en pareja. Biológicamente necesitamos ser seducidos y excitados cada vez que nos proponen tener sexo.

Resultados de investigaciones recientes revelan que la etapa del cortejo entre el hombre y la mujer de origen latino consiste en una serie de permisos para demostrar interés por la aceptación, es decir, dar un pasito y, si lo dejan, seguir avanzando, dar el otro más adelante, hasta la culminación en el amor. Hasta aquí los latinos somos excelentes; el asunto se complica cuando se cree que "ya está".

Para recorrer el camino de seducción, tanto los varones como las mujeres repiten conductas culturalmente aprendidas, además de las que biológicamente le corresponden a cada sexo.

Las mujeres demuestran sentimientos y emociones con gestos, palabras y abrazos, mientras que los hombres lo hacen con la entrega de objetos materiales: regalitos, invitaciones a comer, al cine, flores, haciendo de chofer, etc. Estas pautas culturales durante el período de conquista son las herramientas para seducir.

Así, hombre y mujer inician una relación de pareja con la intención de satisfacerse recíprocamente necesidades de afecto, de protección, de sexo, etc.

Lamentablemente, es frecuente que una vez que ambos se aceptan como pareja, después de transcurrido el primer año de relación, se acaban las caricias y adiós a los regalitos. Algunos terapeutas de pareja sostienen que esta etapa dura entre 10 y 18 meses, y la llaman "la caída de las máscaras", nombre por demás significativo de lo que acontece en la realidad, donde una vez que se ha conseguido lo que se quiere, se descuidan las necesidades ajenas y se exige las satisfacciones de las necesidades propias, olvidando que fue un intercambio de compensación mutua lo que los unió como pareja.

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