domingo, noviembre 16, 2008


Sobre economía y empresa hay mucho de lo que hablar en una época de cambios e incertidumbre, y es de esperar una proliferación de literatura sobre la materia. En este sentido Una nueva mente del gurú de la nueva economía Daniel H. Pink no es tanto una solución para la crisis, a la que ni siquiera se asoma, como una propuesta de cambio radical de paradigma. Frente a una industria cuyo principal valor es la productividad, Pink apuesta por la creatividad y los valores como principal fuente de riqueza.

Es fácil entender como Pink ha conseguido convertirse en superventas. Su estilo es ameno, directo y didáctico. No recurre a tecnicismos y en realidad se hace agradable de leer incluso para personas sin la menor inquietud por la economía. Es un diagnóstico social sobre los ciudadanos de la Era de la Información que, como contrapartida a su campechanía, peca en ocasiones de simplismo. Este es un libro para gente de acción que busca soluciones útiles e inmediatas; reclama más humanidad, pero le deja el Humanismo a otros.

Pink hace comenzar su reivindicación de la creatividad con una exposición de los hemisferios cerebrales, izquierdo y derecho. El primero fracciona la información mientras el segundo procesa conjuntos y conjeturas. Tal y cómo lo expresa brillantemente el autor: El lado derecho es la imagen mientras que el izquierdo son las mil palabras.

Pink nos hace ver que la era industrial ha privilegiado el conocimiento de tipo izquierdo: rigurosidad matemática, producción en cadena, utilidad y eficacia. Sin embargo estos rasgos de comportamiento se quedan obsoletos en la Era de la Información debido a sus tres As: Abundancia, Asia y Automatización. Los dos últimos conceptos son bien conocidos: un ingeniero u obrero indio hará el mismo trabajo que un occidental por la mitad de
dinero, mientras que una máquina lo hará por la déciman parte. La Abundancia se refiere al exceso de oferta en la sociedad de consumo: como ya no se puede vender más, habrá que vender mejor.

Es una economía de nuevos valores la que propone Pink para hacer frente a estos tres factores. Y son precisamente los que dependen del hemisferio derecho. Valores como la estética, en productos que aporten un añadido simbólico a su poseedor; como la empatía, hacer recurso a la sentimentalidad en las relaciones interpersonales incluso en campos tan técnicos como la medicina; o el juego y la risa, dar al mundo de los negocios un sentido lúdico que no implique necesariamente superficialidad.

Pink no es un utópico: se esfuerza en demostrar sus postulados con ejemplos reales, con su propia experiencia y ofrece toda clase de guías al lector en forma de ‘ejercicios prácticos’ para desarrollar esta ‘nueva mente’. Sin embargo leerlo bajo el prisma de la actualidad le hace parecer un optimista fuera de órbita. Algunos ejemplos de empresas citados por haber adoptado el ‘enfoque derecho’, como British Airways o General Motors, están entre los protagonistas de la crisis; es insólito, por otra parte, que no le dedique una sola línea a Google, sin duda el ejemplo más afortunado de esta filosofía.

No se puede disentir con Pink cuando propone una economía de nuevos valores, y uno está incluso dispuesto a aparcar el escepticismo (no es un libro para escépticos) cuando nos habla de poetas en los comités de dirección. Sin embargo es difícil compartir su entusiasmo en pleno horizonte negro de despidos masivos y quiebras. Esto no quiere decir que Pink esté equivocado, al contrario, puede que haya dado con las claves para empezar de nuevo y no cometer los mismo errores. Pero es evidente que este libro fue escrito en y para otra época más despreocupada, una que quedó definitivamente atrás hace apenas seis meses.

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