jueves, noviembre 06, 2008

Qué pasa por la mente de un violador

Por Valeria Chavez

"Se trata de individuos con una personalidad de tipo psicopático, con rasgos perversos", describió una profesional a Infobae.com. Dijo que muy por el contrario de recuperarse, "se ve reincidencia muy alta".

Si hay un acto ¿humano? difícil de comprender es la violación. No debe ocurrir en ninguna otra especie. Menos aún podrá entender una mente "sana" que una persona sea capaz de reiterar el abuso.

Con el objetivo de entender qué hace que una persona se convierta en abusador, Infobae.com consultó a la licenciada en Psicología Beatriz Müller (MN 15407 y MP 80540).

"No está determinado qué hace que alguien sea abusador; se trata de determinadas características de personalidad, pero por qué arriba a ellas depende de una historia de vida", detalló la profesional ante el cuestionamiento de si hay un perfil psicológico o una predisposición genética.

En ese sentido, explicó que tienen una "personalidad de tipo psicopático, con rasgos perversos (vinculados a una sexualidad de tipo infantil no constituida, con pulsiones parciales)" y agregó: "Arribar a una genitalidad de adulto normal significa atravesar niveles desde la infancia; se alcanza en la pubertad".

Según la presidente de Salud Activa, en los abusadores, "la genitalidad de adulto no se logra".

"Por esta misma cuestión son personas que tienen una postura absolutamente narcisista, que lo que buscan en una relación con un niño (o por la fuerza con una mujer) no tiene que ver con el placer sexual, sino con un disfrute a través del sufrimiento del otro", aseguró Müller, quien definió a esos vínculos como "más una relación de dominación que de placer; el niño o la mujer están en un lugar de objeto, no son tenidos en cuenta en ningún momento".

Así es que para ellos, el abusado es el objeto al cual dominar y "el placer está dado en dominar al otro, en convertirlo en nada".

Respecto de su temperamento, lo identificó más con el de un asesino serial, que "se siente poderoso, siente placer por dañar".

Por qué eligen víctimas conocidas

Un rasgo que suma a la "relación despareja" es el hecho de que el abusador "domina" porque siempre se trata de alguien que "está cerca y es importante para el niño, u ocupa lugar de superior".

"La mayor cantidad de las violaciones son las intrafamiliares: abuelo, tío, padrastro, padre", remarcó la profesional, quien destacó que la característica casi distintiva es que el abusador tiene doble cara: "Para afuera es el mejor de todos, tiene una imagen pública compradora, y para 'adentro', con el niño, es el peor".

En ese sentido, es la misma "situación de poder de uno sobre el otro hace que no se denuncie", junto con la incomprensión del hecho por parte del abusado, que "piensa que el padre, abuelo, tío, etc. es lo más grande que tiene".

"Hay un juego de seducción; el abusador envuelve a su víctima en una situación de 'hechizo', al punto de que queda inmerso en un vínculo del que llega a creer que tiene culpa o responsabilidad en lo que pasa".

Asimismo, en el caso de las mujeres -dijo Müller- hay una sociedad/cultura que se ocupa de hacer creer que la víctima provocó la situación.

Por duro que suene, no hay vuelta atrás

"Hasta ahora no". Así de contundente fue la respuesta a la pregunta de si un violador puede recuperarse. "En ninguna parte del mundo se ve que se recuperen. Al contrario se ve una reincidencia muy alta", destacó Müller, quien subrayó: "Van a la cárcel, cumplen la condena y vuelven a repetir, en otra zona".

"Para modificar una conducta, tenés que tener conciencia de que algo no está bien; si no te arrepentís de verdad, no hay conciencia de patología", subrayó la profesional, para quien "un hombre que abusa de su hijo no es un padre; el niño ya no tenía padre, por lo que no lo pierde" (en referencia a los planteos de defensa que hacen hincapié en la importancia de no dejar al menor sin familia).

Las "señales" que da un niño abusado

Pese a que las técnicas de evaluación suelen ser "escuetas", dado lo poco descriptivo que son los relatos de los niños, según Müller, "los menores tienen otras maneras de 'decir'". Para empezar, ellos (los niños) no hablan de situaciones que tienen que ver con lo sexual si no las conocen, por lo que menos van a fabular, ya que ellos suelen inventar fantasías, pero con elementos que conocen.

"Lo primero que un niño evidencia son cambios de conducta: nenes alegres se retraen, otros vuelven a etapas anteriores (se hacen pis cuando habían alcanzado control de esfínteres), o desarrollan conductas de tipo sexualizadas (nenas 'provocan', quieren dar beso en la boca o tocar partes genitales de adultos), así como también algunos sufren trastornos de sueño, pesadillas o miedo a los adultos", detalló Müller, entre las características que deberían tenerse en cuenta ante la duda de que un menor haya sido abusado.

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