
Probado científicamente
* Instintiva o intuitivamente, todo el mundo sabe que no hay nada como el amor de la madre para el buen desarrollo de sus vástagos, pero la ciencia ha encontrado la confirmación biológica de este fenómeno y se demuestra que algo tan intangible como el cariño o la atención dejan su marca en el ADN, determinan el desarrollo cerebral y condicionan la vida del individuo adulto. Además, los cambios positivos de una infancia envuelta con ternura se transmiten a las generaciones futuras.
No es la primera vez que un estudio en ratas sugiere que los individuos atendidos afectivamente por sus progenitoras son adultos más equilibrados y con mayor tolerancia ante las tensiones. Sin embargo, el nuevo trabajo publicado en 'Nature' 'Neuroscience' aporta un nuevo dato sorprendente.
Un equipo de investigadores canadienses ha descubierto que el amor materno modifica la actividad de un gen encargado de controlar la respuesta al estrés en el cerebro. Las diferencias entre las crías 'amadas' y el resto se hace evidente desde la primera semana de vida.
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