miércoles, enero 21, 2009

El bebé expresa su malestar con patologías



El detonante de una crisis de asma puede buscarse en las emociones o en el entorno familiar, dice el antropólogo Ashley Montagu. Las dolencias crónicas y otras que se repiten surgen a raíz de la incapacidad del niño para manifestar que se siente mal por algo BRINDARLE PROTECCION. La madre debe darle al hijo afecto, contención y satisfacer sus demandas para ayudarlo a desarrollar su vida emocional.

Cuerpo-mente, unidad indiscutible

Los nuevos estudios clínicos corroboran la relación entre males crónicos (cutáneos, cardiovasculares, oncológicos) y estados relacionados con la emoción (estrés, trastornos de personalidad, depresión, ansiedad). Cuerpo y mente son una unidad que, en todo caso, ha sido separada por necesidades de avance de las diferentes disciplinas médico-científicas.

Cuando llega al consultorio del pediatra un niño con una crisis de asma no es fácil encontrar el detonante. Menos en la red hospitalaria del sistema público, donde el médico tiene, en el mejor de los casos, 10 minutos para atender a cada paciente, indagar acerca de las relaciones familiares que puedan estar interviniendo en el problema de salud, como por ejemplo: cuál es comportamiento en la escuela; cómo es la relación con sus padres; si se relaciona con los chicos de su edad; qué edad tenía cuando dejó los pañales; si expresa sus emociones habitualmente y de qué modo lo hace...No es fácil para el médico - y menos fácil suele ser aún para los padres- aceptar ese tipo de preguntas. Esto ocurre porque implicaría admitir que algo del entorno familiar esté incidiendo, directa o indirectamente, en la aparición de alguna enfermedad en el hijo.

Idea errónea

Sin embargo, cuando un niño presenta un mal crónico o repite alguna dolencia debe evaluarse la posibilidad de una causa psicosomática. “No se debe confundir con causas psíquicas, como si se tratara de una enfermedad imaginaria (esta es la idea errónea que tienen muchas personas acerca de las enfermedades psicosomáticas). Esas afecciones son la expresión de las emociones en el cuerpo, teniendo en cuenta las particularidades del organismo de cada uno, su carga genética y las predisposiciones que trae”, dice el antropólogo estadounidense Ashley Montagu.
El niño llega al mundo con una absoluta incapacidad para autoabastecerse y para expresar sus sensaciones de malestar. Lo que hoy se sabe -en virtud de los trabajos de diversos antropólogos- es que, evolutivamente, la gestación humana de nueve meses se debe a que ese es el tiempo que tarda el feto en desarrollar un tamaño crítico (especialmente las dimensiones del cráneo), pasado el cual ya no podría salir del útero a través del canal del parto. Pero el estado de desvalidez que trae al mundo el ser humano es tal que puede considerarse que la gestación -en comparación con la de otras especies animales- es incompleta. Por lo tanto, opina Montagu, la gestación humana se prolonga luego del nacimiento, hasta nueve meses más, que es la edad en que el bebé comienza a gatear.

Eczemas, picazón

“Durante esta ‘gestación prolongada’, el bebé experimentará su propio cuerpo y el de su madre como una unidad, a partir de la cual irá desarrollando su propia vida emocional. La madre tiene que atender sus demandas afectivas con cariño y contención.

Manifestaciones

Cuando eso no sucede, por falta de cuidado de los adultos o porque en lugar de satisfacer al bebé se instala una relación en la que el bebé es quien debe adaptarse y satisfacer las necesidades de los mayores, surge un malestar que, desde un principio, le resulta imposible expresar. “Este malestar se traducirá, probablemente, en un problema de salud: las reacciones en la piel (eczemas, sudamina, irritación, picazón, dermatitis) son las manifestaciones más típicas.

Más adelante (y también en la vida adulta), esa sobreexigencia que expone al chico a una tensión -que no puede expresar ni resolver- puede seguir produciendo problemas orgánicos, siempre en la medida en que se vea imposibilitado de expresar sus emociones. Los psicoanalistas hablan de las enfermedades psicosomáticas como una incapacidad -por parte de quien las sufre- de llevar sus emociones a la vida simbólica; y por eso, se expresan en el cuerpo.

De ahí que las enfermedades crónicas o repetitivas en la niñez pueden estar manifestando dificultades para expresar las emociones. Estas pueden ser un llamado de atención para los adultos, y su repetición puede llevar a una nueva consulta al pediatra.

Dualidad

La lucha cuerpo-mente es una dualidad que parece haberse instalado como una cosa natural: dolencias como el asma, los eczemas sin causa aparente y hasta la psoriasis, ¿son de causa orgánica o psíquica? Sus determinantes, ¿están en los genes o en el entorno vincular?. En los años 70 el auge de las ciencias sociales y del psicoanálisis ayudó a que se diera primacía a las causas psíquicas y vinculares para todas las patologías, quizás porque las causas y los determinantes orgánicos no estaban tan estudiados como ahora. En la década del 90 hubo un gran desarrollo de las ciencias experimentales y de la biología. La industria farmacéutica produjo nuevas herramientas capaces de manejar las causas orgánicas de las enfermedades, y una de las consecuencias es que las causas psíquicas y sociales se vieron degradadas al simple rol de “factores influyentes”.

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