El síndrome de burn-out o del trabajador "quemado" es una patología relativamente reciente, relacionada con el ámbito laboral. Se trata de un trastorno emocional que provoca consecuencias como la ansiedad o la depresión, y es el origen de numerosas bajas laborales en todo el mundo. Un estudio reciente realizado por la UGT afirma que en España 7 de cada 10 trabajadores lo han sufrido en algún momento de su vida laboral.
Todo tipo de trabajos y escalafones
Además de darse en trabajos con escaso reconocimiento social, sueldo bajo o pocas perspectivas de mejora y ascenso laboral, el síndrome también aparece en ciertas profesiones que provocan un alto nivel de insatisfacción, y esto no tiene porqué estar relacionado con status, el sueldo o el reconocimiento social, sino más bien con el nivel de estrés, con un alto grado de autoexigencia y perfeccionamiento, por problemas de horarios o cuando se había idealizado demasiado la profesión y la realidad no se parece en nada a lo que uno había imaginado.
Los síntomas
Más allá de la generalización de la ansiedad o la depresión, el trabajador afectado del síndrome de burn-out se siente incapaz de afrontar su día a día laboral y pierde absoluta motivación por sus tareas, al mismo tiempo que su autoestima y la visión sobre sus capacidades disminuyen gravemente.
Algunos de los síntomas más concretos son la fatiga, dolores de cabeza y migraña, taquicardia, aumento de la tensión arterial, dolores musculares, problemas digestivos, trastornos del sueño e inapetencia sexual.
Los problemas interpersonales en la oficina se incrementan alrededor del trabajador afectado. Cualquier tipo de conflicto, por pequeño que sea, se magnifica y esto dificulta en gran medida a las relaciones con los compañeros, las amistades, e incluso con el entorno familiar más cercano. El mundo alrededor del trabajador "quemado" se desmorona a pasos agigantados sin que pueda hacer nada por evitarlo. ¿O sí...?
¿Cómo evitarlo?
Aunque nunca puede decirse que podamos evitar en todas las ocasiones un síndrome tan complejo como este, y de raíz claramente psicológica, existen medidas generales preventivas, como el hecho de fomentar la colaboración en el trabajo y la comunicación fluida, ya que el aislamiento o la toma de decisiones unilaterales favorecen la aparición del síndrome. También es importante tomar distancia respecto al trabajo para no verse arrastrado por los problemas, sobretodo en profesiones como medicina, psicología o educación.
Pero hay más decisiones que pueden mejorar nuestro ambiente laboral y prevenir el síndrome, como por ejemplo saber decir que no en momentos adecuados, pasar más tiempo con la familia, practicar deporte, actividades al aire libre y divertirse con los amigos, además de reciclarse mediante cursos, seminarios y masters para sentirse más preparado y cualificado.
Por parte de la dirección de la empresa, es básico que sepa recompensar justamente el talento y el esfuerzo, y que no se defrauden las expectativas creadas a los empleados, ya que la sensación de implicarse a fondo sin recibir recompensa es una puerta abierta a sentirnos "quemados". Además, también es una buena idea que los empleados participen, mediante contribuciones medibles, en la consecución de los objetivos del negocio (trabajo por objetivos), así se consiguen desafíos más concretos y estimulantes.
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