viernes, octubre 05, 2007

La paz está naciendo en Corea

La cumbre de Pyongyang, concluida ayer, abre una nueva época de gran dinamismo en las relaciones intercoreanas


El acuerdo de paz que pondrá fin a la aun abierta guerra de Corea y restablezca la normalidad en la Península, último vestigio de la guerra fría, comenzó a gestarse ayer. Así se desprende de la sensacional declaración conjunta firmada en Pyongyang por los líderes de ambos países, el Presidente Roh Moo Hyun y el Caudillo Kim Jong Il, como colofón a la segunda cumbre intercoreana de la historia.


Si la primera (junio de 2000) fue emocional y declarativa, la cumbre concluida ayer supone el inicio de un impulso extraordinario de la integración de esta anciana nación, con más de doce siglos de tradición política unitaria y apenas 60 años de división en la época moderna. A diferencia del 2000, la actual declaración contiene propuestas y mecanismos concretos de paz y cooperación. Ese impulso ha sido resultado y consecuencia del cambio de clima internacional, la actitud de Estados Unidos, que tenía secuestrada a esta nación, perfectamente capaz de solucionar gradualmente sus complejos pleitos si se le da una oportunidad. Esa hora ha llegado.

Las dos Coreas declaran la "necesidad" de acabar con el frágil armisticio con el que concluyó su sangrienta guerra de 1950-1953, y de construir, "un régimen de paz permanente". Por primera vez, dibujan un mecanismo; el proceso deberá ser negociado, dicen, "por las tres o cuatro partes concernidas". Esa extraña fórmula, significa que el futuro acuerdo de paz de Corea será obra a negociar entre Estados Unidos y las dos Coreas (tres partes), o por esos mismos países más China (cuatro partes).

La fórmula significa dos cosas importantes. Primero: Corea del Norte, que siempre consideró que el acuerdo debía ser obra de ella y de Estados Unidos, reconoce que Corea del Sur, es parte. Y segundo; que, como la arquitectura de tal acuerdo trasciende a la soberanía nacional de las dos, la participación de China depende de decisiones que superan al Norte y al Sur e implica un debate más amplio. China no solo firmó el armisticio de 1953, sino que ha sido crucial para encarrilar la crisis nuclear, que las dos Coreas se comprometen a resolver, cumpliendo los acuerdos iniciados en Pekín en septiembre de 2005 y en febrero de 2007.

En el campo de la cooperación e integración económicas, lo mismo: avances que contienen mecanismos de aplicación. Se creará una "zona especial de paz y cooperación en el Mar del Oeste" (el Mar de Bohai). En ese escenario de crónicos conflictos militares, se establece una "zona común de pesca", el "uso conjunto del estuario del Rio Han", y la integración de tres ciudades del norte, Nampo, Kaesong y Haeju, esta última portuaria con puerta exportadora, en una nueva gran zona económica. En el mismo paquete, se construirán unos astilleros en dos ciudades norcoreanas, Anbyon y Nampo, y se trazarán ferrocarriles.

Se abren así grandes perspectivas, con puertos y ferrocarriles, a la deslocalización empresarial surcoreana, que ve en la mano de obra barata, disciplinada y eficaz del Norte, una fórmula de éxito para competir con China. En medios sindicales surcoreanos se ven ventajas en esta operación, que creará puestos de trabajo: sólo los astilleros de Anbyon suponen 2000 puestos de trabajo para el sur, y la necesidad de infraestructuras del Norte será una cantera.

Actualmente hay 26 empresas surcoreanas en la zona económica especial de Kaesong, en el norte. Otras 10 empresas tienen fábrica en Pyongyang y otros lugares. Para el año que viene, los patrones del consorcio Hyundai esperan que haya 180 empresas en Kaesong. Pero la perspectiva que se abre con la nueva gran zona va a multiplicar todo eso. El interés del capital surcoreano por la integración económica, ahora sumado a la buena disposición de Estados Unidos, son los dos grandes vectores que convierten en imparable la perspectiva de una reunificación nacional, causa que, evidentemente, está en los corazones de los coreanos de ambos estados.

Diferentes observadores coreanos insistieron ante nuestro diario que los resultados de esta cumbre no cambiarán si dentro de dos meses los reformistas de Seúl pierden las elecciones en beneficio del conservador y proamericano, Grand National Party.

En Seúl, los pronósticos son claros; antes de fin de año se desmantelará el programa nuclear del norte, antes de la salida de Bush de la Casa Blanca habrá una declaración de los firmantes del armisticio de 1953 de que se pone fin a la guerra. Y mientras tanto, las dos Coreas han trazado un calendario detallado de consultas a nivel ministerial para trabajar, "según su propia iniciativa y de acuerdo al espíritu de "nosotros solos", señala la declaración de ayer. A partir de hoy, hay que prepararse para un extraordinario dinamismo en materia de asuntos coreanos.

Los 37.000 soldados de Estados Unidos aquí estacionados, se van a replegar, desde sus actuales posiciones en el paralelo 38, que divide en dos la Península, hacia su verdadero teatro en el suroeste de Corea del Sur, mirando a China. La guerra fría tradicional se está acabando en Asia, porque el empantanado gendarme global ya está mirando hacia otro lado. Ayer en Pyongyang, los coreanos empezaron a establecer el marco de la institucionalización de la paz. A partir de ahora se van a dar mucha prisa.

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