"Faltan dos, falta uno, ha estado contando los días," comentó la madre de Hiro de seis años, mientras llevaba a su hija menor a la escuela por primera vez.
Para los niños en Irak, el comienzo del año lectivo fue una oportunidad bienvenida para que dejaran sus hogares, se pusieran ropa nueva y elegante y se reencontraran con sus amigos.
Pero para los padres que se animan a salir a las calles de Bagdad para hacer el trayecto hasta la escuela, la emoción preponderante es el temor a las bombas y a los secuestros.
Mientras, los maestros de las zonas relativamente más seguras del centro de Bagdad luchan para hacer frente al aluvión de nuevos alumnos de los distritos cercanos, todavía divididos por la violencia sectaria.
"Por supuesto que están felices, ellos no se dan cuenta del temor que estamos padeciendo por la situación de la seguridad," dijo el maestro Rihab Abboud afuera de la escuela primaria Amal, en el distrito de Karrada del centro de Bagdad.
Las niñas, con elegantes vestidos azules, blusas blancas y cabellos trenzados y los niños con zapatos deportivos, vaqueros y remeras coloridas charlan en grupos, hablan por teléfono celular y se persiguen entre sí en el patio de juegos.
"Estoy feliz porque este es el primer día para mi hija más pequeña," comentó la mamá de Hiro, Um Issa, afuera de la escuela Fatima Bint Assad en Karrada.
"Pero estoy feliz y atemorizada al mismo tiempo. Las calles no son seguras," añadió.
Una campaña de las fuerzas estadounidenses e iraquíes para poner freno a la violencia en Bagdad ha hecho que algunos barrios sean más seguros, pero los atentados suicidas, los secuestros y las matanzas sectarias son un recordatorio diario de los peligros de vivir en Irak.
NIÑOS DESPLAZADOS
El ministro de educación Khodair al-Khozaei dijo que 6 millones de estudiantes estaban por comenzar el año académico. El funcionario dijo a Reuters que se construyeron 250 nuevas escuelas y otras fueron refaccionadas, sumando un total de 1.200 aulas nuevas.
Pero las familias obligadas a buscar refugio en las áreas más seguras de la capital debido a la violencia y los ataques sectarios son un dolor de cabeza adicional para los maestros en el primer día de clase.
Según un informe de agosto del 2007 de la Media Luna Roja iraquí, desde marzo del año pasado 612.938 niños de Bagdad se mudaron, desde otras partes de Irak, desde las afueras de la capital o de distrito a distrito dentro de la ciudad.
En todo el país desde marzo del 2006 un total de 991.233 niños cambiaron de domicilio.
"El año pasado teníamos 987 estudiantes. Este año son más de 1.000, tal vez 1.150," dijo Um Sabah, directora de la escuela en Amal, y agregó que el total podría elevarse al término del mes musulmán sagrado del Ramadán.
"Todos los alumnos vinieron con una carta que decía que eran desplazados y yo no puedo decirles que 'no'. Ahora cada clase tiene 70 estudiantes apretados como sardinas," agregó.
En la escuela de Haifa, cerca de Karrada, sucedió algo similar. El director Zuhari Abbas dijo que en el 2006 perdió 41 alumnos cuando las familias huyeron al extranjero o a otras regiones de Irak.
Este año el número de alumnos es un 20 por ciento más alto, pues concurren niños de distritos de Bagdad como Doura, Jihad y Gazaliya donde la violencia continúa con toda la fuerza.
Abbas dijo que más del 80 por ciento de sus alumnos había recibido sus libros, nuevas cañerías estaban proporcionando agua potable y a los sanitarios se les cambiaron las baldosas.
Pero Hameed, el profesor de inglés de la escuela de Haifa, se mostró preocupado por la salud mental de sus alumnos ya que muchos han quedado traumatizados por la lucha en Bagdad.
Uno de los recién llegados parece perdido cuando se le pregunta su nombre. Dice no saber.
"Se puede ver que muchos de ellos no están psicológicamente preparados. Pero ¿qué podemos hacer? Estamos preparando todo lo que podemos para ellos," dijo el profesor.
Los padres también afirman que deben tratar de dar una educación a sus hijos a pesar del miedo.
En la escuela de Haifa, Shatha dijo que se registró una explosión en el mercado cuando compraba una mochila y útiles a su pequeño hijo Abdullah. Y ella no le permite ir a la escuela solo.
"A pesar de la situación de la seguridad, debo traerlo a la escuela. Tiene que aprender. Y yo le estoy enseñando a amar el estudio," comentó.
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