lunes, mayo 11, 2009

Mejor Alimentación, mejor calidad de vida

Proteínas de la leche y el gluten provoca un efecto idéntico al de la morfina.

Las pirámides nutricionales tradicionales indican que los lácteos, los panes y cereales cumplen un rol esencial dentro de la alimentación de los niños. Pero en el caso de las personas de todo el espectro autista (autismo, síndrome de asperger, síndrome desintegrativo, síndrome de Rett y trastorno generalizado del desarrollo), son justamente estas comidas las responsables de intensificar muchas de las conductas propias de este síndrome: hiperactividad, agresividad y dificultades para dormir, entre otras.

La doctora mexicana, directora de la Liga de Intervención Nutricional contra Autismo e Hiperactividad (Linca), y madre de una adolescente con este síndrome, Leticia Domínguez-Shaw, afirmó que la importancia de lo que estos niños ingieren se explica por las particularidades intestinales, presentes en muchos de los casos. “Es común en estos niños tener un intestino permeable, es decir, con perforaciones producidas por el exceso de hongos que terminan desbaratando los mucopolisacaridos de la membrana intestinal”, explica. Esto provoca que los alimentos salgan sin ser digeridos, se enfrenten al sistema inmunológico y provoquen ciertas intolerancias a los alimentos.

Sustitución

Un número importante de personas con autismo, cuenta la especialista, tiene una incapacidad de desdoblar ciertas proteínas como la caseína de la leche y el gluten del trigo, centeno y cebada. Al ingerir alimentos con estas dos proteínas se transforman en un péptido opiáceo idéntico a la morfina que llega al cerebro a través de la barrera hematocefélica y puede provocar adicción.

De acuerdo a la experiencia de Domínguez-Shaw, estos péptidos opiáceos son agentes exitotóxicos que provocan severos daños en el cerebro que pueden conllevar a eventuales epilepsias durante la adolescencia. “Al suprimir los lácteos y el gluten disminuyen los problemas conductuales en más de un 70% de los casos”, asevera

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