domingo, mayo 10, 2009

La vida de color oro verde

Mientras la medicina explora nuevas propiedades curativas del aceite de oliva como nutriente, otros usos se abren paso: la cosmética y la biomasa

«Como madre, a mis hijos siempre les he dado y enseñado a desayunarse una tostada con aceite de oliva virgen, luego que le pongan lo que quieran, tomate, jamón o azúcar, pero el aceite no es sutituible por nada». Valentina Ruiz-Gutiérrez, científica del Instituto de la Grasa-CSIF, predica con el ejemplo. Ella mejor que nadie sabe lo beneficioso que para la salud encierra un chorreón de ese líquido dorado tirando a verde. Ha desarrollado su labor científica investigando siempre sobre el aceite de oliva y sus bondades. Ruiz-Gutiérrez es la primera investigadora que publicó en 1995 en la revista 'Journal of Hypertension' las propiedades hipotensoras del aceite de oliva.

Desde entonces la ciencia no para de asombrarse por las cualidades curativas y preventivas del fruto del olivo frente a la arteriosclerosis, la diabetes o el cáncer. Sin contar con las que también posee para el cuidado de la piel, lo que ha propiciado que la industria de la cosmética empiece a mirar este aceite como un prodigio vitamínico y antioxidante. Pero el olivo, presente siempre en la civilización mediterránea (se dice que fue el primer árbol que apareció tras el Diluvio), no acaba su generosidad una vez exprimido el jugo de la aceituna. Con sus residuos se puede producir electricidad. La biomasa del olivar está considerada una de las energías menos contaminantes. Son algunos de los privilegios de la aceituna, pero el horizonte de sus posibilidades se prevé más amplio.



Elixir para la salud

Desde antiguo siempre se ha tenido presente el poder terapéutico del aceite de oliva para curar las hemorroides, las fisuras anales y diversas afecciones de la piel, entre otras enfermedades. Formaba parte del recetario popular, pero hasta hace bien poco la ciencia apenas le había prestado atención. «Hace veinte años era denostado y hoy hay media humanidad haciendo investigaciones sobre el aceite de oliva», comenta Valentina Ruiz-Gutiérrez.

La curiosidad científica por el aceite surge a la par que por la dieta mediterránea. Los médicos se percataron de que este tipo de alimentación era la más adecuada para frenar la obesidad y las patologías cardiovasculares, dos de las amenazas galopantes de una sociedad occidental sobrealimentada y sedentaria. La curiosidad llevó a indagar por qué los ácidos grasos del aceite -ácido pálmico, ácido oleico (el de mayor proporción), ácido linoleico, ácido esteárico, ácido mirístico y glicéridos- no producían colesterol malo, sino todo lo contrario, lo frenaba.

El jefe del servicio de Endocrinología del Hospital Regional Carlos Haya de Málaga, Federico Soriguer, explica cómo tras experimentar con ratas se descubre que la capacidad de liberar ácidos grasos del aceite de oliva (lo que se llama lipolisis) es mayor que la de otros aceites. El equipo del doctor Soriguer lleva desde 1994 analizando la salud de 1.200 habitantes de Pizarra para conocer la relación entre sus hábitos y los trastornos metabólicos, endocrinológicos y cardiovasculares.
El 'estudio Pizarra' es uno de los primeros en Andalucía en analizar los beneficios de la dieta mediterránea «para prevenir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes». Soriguer subraya que el consumo de aceite de oliva por sí solo no es suficiente, ya que si no se cambian los hábitos (vida sedentaria o ingesta de otros alimentos con alto contenido en colesterol) el resultado puede no ser el deseado. En este sentido, el 'estudio Pizarra' alerta de una circunstancia: el nivel cultural influye en esos hábitos. «La posibilidad de ser obeso es cuatro veces mayor en personas sin estudios que en universitarios», dice Soriguer.

El primer gran ensayo

El primer gran ensayo clínico sobre los efectos de la dieta mediterránea, y por tanto del aceite de oliva, en la prevención de las enfermedades cardiovasculares se llevó a cabo desde el Instituto de Salud Carlos III, con la colaboración de otras instituciones y entidades privadas, y se llama Predimed. Las primeras conclusiones se dieron a conocer en 2006: Ruiz- Gutiérrez, una de las coordinadoras del estudio, destaca la importancia de que este haya ratificado que el aceite y los frutos secos son nutrientes capaces de reducir en un 50% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares (infarto de miocardio, muerte súbita y accidente vascular cerebral).
El ensayo constató en pacientes que suplementaban su dieta con aceite de oliva la bajada de la tensión arterial y menores concentraciones de glucosa, colesterol, triglicéridos, al mismo tiempo que un aumento del colesterol HDL (colesterol bueno). En Predimed participan 17 equipos de hospitales de ocho comunidades (500 médicos) y 9.000 pacientes. «Es el estudio más grande del mundo», dice esta científica nacida en Jaén y criada en Málaga.

Pero no el único, como la profesora Ruiz Gutiérrez subraya. Es rara la universidad u hospital español que no cuente con algún trabajo en marcha o tesis doctoral que analice la relación entre el aceite de oliva y la salud. La curiosidad científica quiere ir a más y desentrañar la potencialidad sanadora de cada componente.
Por ahí van los estudios más recientes, centrándose no sólo en los ácidos grasos, sino también en los componentes minoritarios, menos conocidos pero que pueden albergar alguna sorpresa. Los hallazgos últimos del aceite de oliva en la prevención antitumoral, especialmente el cáncer de mama, de colon e incluso el cáncer cerebral, anima a seguir indagando «Queda mucho por investigar del aceite de oliva y de sus componentes», comenta Ruiz-Gutiérrez.

FICHADO POR LA COSMÉTICA


Bálsamo para la piel

La Prarie, Garnier, Clarins, The Body Shop y Biotherm son algunas de las firmas de cosméticos de renombre que han introducido el aceite de oliva en algunos de sus productos 'anti aging'. El poder del ácido oleico y de la vitamina E que contiene el aceite de oliva como antioxidante, humidificador y regenerador de la piel acaba de ser descubierto por las grandes firmas, «pero las recetas de la abuela ya recomendaban mascarillas a base de aceite de oliva y miel para hidratar rostro y cuello y lavarse el pelo con aceite para darle brillo».

Lo recuerda Mari Nieves Almagro, una de las cinco socias de Olea Cosméticos, pionera en Andalucía en elaborar una línea completa de productos de belleza a base de aceite de oliva de la Sierra de Mágina. Fue en 1999. Al proyecto de estas cinco amas de casa de Pelagajar (Jaén) le han seguido otros y la Junta de Andalucía incluso anima a las almazaras a abrir líneas de cosméticos para diversificar su actividad. La feria Expoliva de esta semana en Jaén dedica parte de sus expositores a esta pujante industria.

Se trata, explica Mari Nieves Almagro, de buscar un uso alternativo al aceite de oliva como producto cosmético aprovechando que se vive en una comarca olivarera. «Nuestras abuelas ya lo usaban para el culete de los niños y hacían jabón con el aceite usado». Ellas han ido más lejos: cremas, gel, champú, jabones, sales de baño... La última incorporación han sido los bronceadores elaborados con aceite de oliva ecológico de Sierra Mágina. «Quien prueba estos productos repite, porque son terapéuticos, sirven para todo tipo de piel, sobre todo para los que tienen dermatitis o alergias, y ayudan a prevenir el envejecimiento prematuro». El olor un tanto fuerte del aceite de oliva se suaviza con esencias de flores naturales, desde lavanda a romero, potenciando con ello el poder balsámico de los cosméticos.

ENERGÍA ALTERNATIVA

Biomasa del olivar

Luz medioambiental

La vida de las olivas no se acaba en la almazara o en el laboratorio de belleza. Juan Luis Soriguer-Casimiro, director de producción de Valorisa Energía, la empresa de biomasa que Sacyr Vallehermoso tiene en Puente Genil (Córdoba) explica con un ejemplo gráfico: «A las ocho de la mañana se recoge la aceituna del árbol, al medio día se extrae el aceite de oliva en la almazara y a las ocho de la noche los residuos están en la orujera». Lo que queda de la aceituna, el alperujo, sigue con fuerzas para dar más energía. Esta se llama biomasa y su finalidad es producir electricidad.

Antes incluso de que se conviertan en biomasa, suelen dar de sí otros aceites, los llamados de orujo. El proceso es complejo. Del alperujo (alpechín, restos del hueso y de la pulpa morturada de la aceituna y humedad del aceite) sometido a nuevos procesos de centrifugado, surgen los orujos (unos comestibles y otros no) y también el orujillo, la llamada biomasa clásica y según Soriguer-Casimiro, «una de las mejores del mundo».

Tanto es así que países como Holanda, Inglaterra o Bélgica importan este orujillo para mezclarlo con sus combustibles fósiles y cumplimentar así los niveles máximos de CO2 o contaminación atmosférica según el protocolo de Kioto. La biomasa del olivar contribuye, por tanto, al equilibrio atmosférico debido a su origen arbóreo (contamina como el carbón, pero antes, en su vida vegetal, había robado el mismo CO2 mediante la fotosíntesis).

El 25% de la producción española (1.500 toneladas de orujillo aproximadamente) se exporta. «Las ventajas son enormes», insiste Soriguer-Casimiro, quien recuerda que por cada 1,1 kilos de orujillo se produce un kilowatio de energía eléctrica.
Andalucía cuenta ya con más de media docena de fábricas de biomasa que pueden generar electricidad. Aún es una industria incipiente, pero su recorrido se presume largo, tanto como el de su propia materia prima, el olivo mediterráneo.

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