sábado, octubre 25, 2008

Zerbino advierte que si pensamos que hay crisis "será muy dura"

Uno de los supervivientes de la tragedia de los Andes de 1972 dice que la "motivación es clave para triunfar" · Aconseja trabajar en equipo y escuchar al corazón antes que a la cabeza para tomar decisiones


Sin duda alguna un lujo para afrontar la crisis. No todo el mundo tiene la oportunidad de escuchar a una mente tan prodigiosa en los tiempos mediocres que corren. Por eso la conferencia que ayer pronunció Gustavo Zerbino Stajano dentro del ciclo 'Diálogos al Sur' que organizan el diario Huelva Información y la Caja Rural del Sur y que se encuadra en la Cátedra de la Empresa Familiar de la Universidad de Huelva, sorprendió por su frescura y su atrevimiento a un un público muy participativo que llenó el salón cultural desde que planteó el título: 'Gestión de la adversidad en tiempos de incertidumbre'. Y nadie mejor que Zerbino para expedir recetas que ayuden a capear el temporal financiero, bursátil, laboral y humano que arrecia en forma de montañas de parados.

Para empezar, este optimista superviviente de una de las mayores tragedias aéreas de la historia reciente aconseja asumir con naturalidad que somos parte del problema. Directo al corazón. Asegura que "todos tenemos los mismos patrones de conducta" y recomienda "huir de las lamentaciones que tanto gustan a los latinos". Zerbino cree que "todos podemos salir de una situación si creemos que es posible".

Y todo puede ir a peor. No lo duden. Eso mismo le pasó a él. Después de sobrevivir al impacto del accidente andino, un alud de nieve se precipitó sobre los restos del fuselaje y los enterró en vida.

Ayer se encargó de recordar la peripecia, la aventura de vivir, embutido en el traje azul de su equipo de rugby, el Old Christian, una especie de amuleto que representa, dijo, "el trabajo en equipo, el sacrificio y la solidaridad", atributos que suponen la clave del éxito. Zerbino cree que la vida es como un partido de rugby: uno encaja un golpe estoicamente para propiciar el avance del compañero.

Con un lenguaje sencillo y obligando al público a pronunciarse pulverizó el sistema de creencias del común y acortó la distancia que separa la cabeza del corazón, una autopista, dijo, que conduce a la disociación. "Lo posible está en el corazón y lo imposible en la cabeza".

Echó mano de las largas horas en la montaña para que el público comprenda qué es el miedo: "la proyección mental de algo que no ocurrió". Zerbino recordó a su vecino, Jorge Luis Borges. Citó su confesión: "Con 90 años reconoció que se había olvidado de ser feliz. LLevaba toda la vida preparándose para cosas que iban a pasar y luego no ocurrieron".

Por eso, este optimista, o pesimista mal informado según se mire, apuesta por animar a tomar decisiones por muy difíciles que estas sean. Y se lo dice una persona que un día tuvo que dejar a un lado su escala de valores o creencias y comer carne humana, de sus propios amigos, para poder sobrevivir en un infierno blanco. Uno de sus compañeros describía ese instante así: "El estómago se me cerraba y sentía una gran repugnancia. La comida me volvía para afuera..."

De esa experiencia extraordinaria nació una persona que advierte contra la abundancia, la insatisfacción, el miedo y la intolerancia. "Ya ven, estamos en la sociedad de la información y antes de que empiece la crisis ya estamos en estado de pánico, paralizados".

El conferenciante, afable y expresivo, sacudió al público con otra sentencia al estilo Séneca: "La empresa más importante de la vida es mantener la vida misma". Acto seguido comparó su experiencia con un suceso vivido por un destacamento militar chileno. 45 jóvenes murieron en apenas doce horas de marcha. Les agarró una tormenta. Y preguntó cómo es posible que un grupo de jóvenes sobreviva 72 días en un glaciar andino a 40 grados bajo cero, nadie muera (a excepción de los fallecidos en el accidente y por las heridas) de frío enterrados en la nieve sin equipo ni ropa especial y otro sucumba en apenas 12 horas bien pertrechados y alimentados. La clave está en "creer en las posibilidades, no rendirse, trabajar en equipo, tener una motivación en la vida que te haga tirar hacia adelante", dice.

Este jugador de rugby imposible recordó las palabras de un general chileno pronunciadas al conocer que los chicos habían sobrevivido: "Si hubieran sabido que era imposible salir de allí no lo habrían conseguido, porque verdaderamente era imposible". Y se quedó tan campante. Zerbino sonrió y dijo: "Si ustedes piensan que están en crisis, sin duda será muy dura".

Gustavo Zerbino lleva apuntado en su recetario vital una curiosa frase: "El miedo paraliza a los cagones". Edison fracasó 990 veces en su intento de fabricar la primera bombilla. Su asistente se quejaba de lo terco que era. Lo consiguió. Ahora maneja la vida con estrepitosa facilidad y se queja de que la sociedad latina, la nuestra, la española y la americana, padece lo que denomina el 'síndrome de la perdiz', "al que sobresale, pum...".

No está de más contagiarse de su optimismo y convicción. Se despidió con un extremo muy aplaudido: "Hay gente que se cae de una altura de cien pisos y se muere al instante, y sin embargo otros van por el piso veinte y piensan voy bien, voy bien.

"Ya verán", auguró, "cómo la empresa familiar, la que soporta el 75% del PIB español, sale de la crisis. Se apretarán el cinturón, trabajarán pero capearán el temporal". Y aconsejó al aforo ser resolutivo, tomar decisiones porque en la vida para "tener resultados extraordinarios hay que hacer cosas extraordinarias".

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