martes, octubre 21, 2008

Lecciones de la historia para afrontar la crisis: actuar deprisa y globalmente

Una crisis financiera global de la magnitud de la actual es algo único. Pero hay dos acontecimientos históricos de los que pueden extraerse lecciones para encontrar una salida, según los economistas.

Primero, moverse con prontitud. Durante la Gran Depresión, un prolongado retraso en ayudar a los bancos resultó fatal —una lección que Gran Bretaña y Estados Unidos han puesto en práctica. Segundo, coordinación global. El acuerdo Breton Woods al final de la Segunda Guerra Mundial resultó ser una eficaz herramienta para recomponer una economía mundial convulsionada.

El reclamo de una segunda Breton Woods está siendo invocado ahora por los líderes europeos. El argumento central de las discusiones mantenidas el miércoles y el jueves en Bruselas es el siguiente: una crisis global requiere un solución global y una regulación más estrecha.

Como dijo Brown “a veces hace falta una crisis para que la gente comprenda que lo que es obvio y debería haberse hecho hace años, no puede posponerse por más tiempo. Tenemos que crear una nueva arquitectura financiera internacional para la era global”.

Una fuente francesa de la oficina de la presidencia de la UE en Bruselas dice que en la reunión de esta semana “estamos hablando de Breton Woods porque es una forma de explicar a la gente las nuevas normas a nivel global”. Nicolas Sarkozy, actual presidente de la Unión Europea, ha asegurado que buscará el respaldo de los otros 26 estados de la UE para celebrar una conferencia internacional el mes próximo, sobre la reforma del orden financiero mundial instaurado en Breton Woods.

Un poco de historia
La mencionada conferencia Breton Woods de 1944, en la que 700 delegados de 44 países se reunieron en New Hampshire, fue una iniciativa de gran calado para crear el primer sistema monetario negociado entre los países industriales.

El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional de 185 naciones, surgieron de aquel pacto. El Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha convertido en una importante fuente de créditos para los países en vías de desarrollo con problemas financieros.

Las naciones europeas han coordinado sus respuestas a la crisis, cuando en un principio no querían o no podían hacerlo. La reunión de Bruselas pretende consolidar nuevas medidas como consecuencia de la quiebra de bancos y crisis del crédito, desde Islandia hasta Alemania, que crearon una ola de pánico.

A nivel internacional, el problema es todavía más grave, porque la coordinación de sistemas está desfasada, con grandes accionistas como China que no están comprometidos suficientemente con el orden económico.

La Fed, al rescate
El fantasma de otra Gran Depresión como la de los años veinte y treinta ha sido evocado por la rapidez y amplitud de esta crisis financiera. Pero esos temores se han mitigado en parte porque el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, profundo conocedor de la Gran Depresión, ha adoptado la actitud opuesta a la política cautelosa de la Fed de los años treinta, cuando intentó ralentizar la economía, aumentó los tipos de interés y permitió que quebraran 9.000 bancos.

Por el contrario, la respuesta de la Fed con Bernanke es totalmente activa: ha recortado tipos, ha trabajado estrechamente con el Tesoro para salvar firmas privadas como Bear Stearns y AIG, y ha inundado los mercados de liquidez.

Distancias
Las diferencias entre 1930 y nuestros días son profundas y de difícil comparación. Contrariamente a la imagen estereotipada de aquel periodo, sólo un reducido número de americanos habían invertido en Wall Street cuando se hundió en 1929. En los años treinta no había participación masiva en planes de pensiones, como los 401 y los 403: sencillamente, esas inversiones no existían. Tampoco estaba disponible la información instantánea del mercado que existe hoy día. Esta es una de las razones por las que la rapidez de la respuesta gubernamental puede ser superior hoy que en los momentos previos a la Gran Depresión.

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