miércoles, octubre 29, 2008

Magnetoterapia



La Sra. García tenía 55 años de edad cuando se decidió a probar la magnetoterapia. Esta técnica produce campos magnéticos físicos de manera artificial y controlados en intensidad y frecuencia para poder dirigirlos hacia aquellas partes del cuerpo que están enfermas. Su penetración es absoluta. Llegan hasta los huesos y cada una de las células.

La paciente presentaba un cuadro que correspondía a una cervicoartroris o degeneración articular que afecta a la columna cervical. Esta degeneración presenta numerosos y molestos síntomas. Entre otros, ella sentía dolor en la nuca provocado o acentuado por los movimientos de la cabeza. Éstos aumentaban de intensidad por la noche debido al calor de la cama y a las malas posiciones adoptadas durante el sueño. Además sufría rigidez en la movilización del cuello. También presentaba trastornos de sensibilidad en el brazo izquierdo y vértigos al mover la columna cervical. Incluso había perdido movilidad en el hombro izquierdo.

Ya en la consulta y después de que el médico confeccionase su historial clínico, la paciente se estiró en una camilla por la que -mientras ella descansaba y se relajaba escuchando música clásica- se deslizaba un cilindro o solenoide, cable de cobre enorme que da vueltas alrededor de la persona. El paso de la corriente a través de él es lo que genera el campo magnético. Este mecanismo va unido a unos paneles en los que se introducen unas fichas con la información necesaria sobre el tratamiento adecuado en cada caso y la forma en que se realizará (hay fichas móviles o de barrido en las que el cilindro se desplaza por todo el cuerpo y otras locales en las que el cilindro se queda sobre una zona concreta, abarcando mayor espacio que las anteriores).

En el caso de la Sra. García se le aplicó un tratamiento con 31 gauss de intensidad en la columna cervical. Cuando mejoró, se pasó a una ficha de intensidad variable estudiada para la columna cervical. Junto a este tratamiento local se aplicó un barrido para tratar el resto de la columna que, aunque no presentaba síntomas, también se había ido degenerando.

La paciente estuvo dos meses aplicándose magnetoterapia, a razón de cinco sesiones semanales. No tuvo más molestias y consiguió dejar la medicación. Al año siguiente realizó unas sesiones de recuerdo, ya que el efecto polarizante sobre las membranas de las células tiene una duración limitada y al cabo de un tiempo deben cargarse de nuevo.

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