jueves, octubre 23, 2008

Esperar en Dios

PRESBÍTERO Jorge E. GarcÍa

El orar es un levantarse y acercarse a Dios en mente , y en corazón y en espíritu

Necesitamos un tiempo de preparación antes de que nuestras almas estén listas para involucrarnos en intimidad celestial. Imagino al alma como algo que se esconde del ruido y la aceleración de la vida. ¿Puedo sugerir que tiene que ser estimulada a la acción? Y la estimulación puede ser que tome tiempo que la mayoría de nosotros pensamos que no tenemos.

Todos hemos sido enseñados de la importancia de la oración cotidiana. Pero tengo la sospecha que podríamos beneficiarnos más con una experiencia semanal de tres o cuatro horas de oración que solo unos minutos cada día. Quizás no es una comparación justa, pero mi intuición me sugiere que estoy más acertado que equivocado.

Cuando era más joven, mi impaciencia me traía problemas. En privado le subrayaba a mi esposa que veía una pequeña conexión entre mis oraciones y los resultados. Ésta era una conclusión de alguien con una mente pequeña y con pocos años de experiencia, alguien que no veía las cosas a largo plazo.

Hoy es diferente; cincuenta y tantos años no son muchos años, pero lo suficiente para darse cuenta de que lo que uno dice desde el alma debe ser puesto en la perspectiva de la eternidad y las promesas y propósitos de Dios. Estoy haciendo oraciones que quizás no tengan respuestas hasta cuando esté en la tumba. Y eso está bien. Sé que Dios nunca ha sido negligente con ninguna palabra que le he dicho desde el alma. El tiempo es de Él; la paciencia debe ser mía.

El Misterioso al que dirigimos nuestras almas se mueve con una lentitud agonizante en algunos días y a la velocidad del relámpago otros. Al orar no ponemos demandas, no damos límites de tiempo ni le damos pautas. Nos inclinamos, hablamos el lenguaje del alma y luego esperamos, a menudo sin decir a otros lo que estamos esperando. La conversación entre el alma y el cielo es suficiente.

Me molesta la idea de que el silencio, ese tiempo acariciado por los espirituales de la antigüedad, el tiempo invertido para abrirse ante un diario personal y la paciencia son elementos que no abundan en la actualidad. En parte, ésta es la razón por la que nuestras oraciones toman la forma de palabras superficiales, clichés vacíos, comentarios apresurados y monólogos religiosos.

¡Denme la oración que es la expresión del alma! Diez palabras de la misma equivalen a miles de cualquier otra clase. El hablar con el alma es lo que sale de lo profundo de nuestro mundo interior

No hay comentarios: