viernes, agosto 24, 2007

Y usted que creía que los Hedge Funds regalaban dinero (I)

En los últimos años se ha dado una combinación que rara vez ocurre. Ha habido un largo período de vigoroso crecimiento económico mundial que se ha combinado con extraordinarios niveles de liquidez.

Esto ha llevado a un largo periodo de generosos rendimientos en los mercados sin que haya habido alguna crisis que le recuerde a los inversionistas que lo inesperado puede ocurrir.

Como siempre pasa, la miopía hace su aparición cuando la abundancia se prolonga. Hay una curiosa propensión a asumir que los buenos momentos continuarán, y que difícilmente se puede descarrilar lo que parece ir tan bien.

Conforme empezamos a acercarnos a una etapa menos boyante dentro de un ciclo económico normal, se vuelve peligroso el que los inversionistas perciban que es posible asumir niveles cada vez más altos de riesgo, con el objeto de mantener rendimiento alto. El que haya estabilidad durante un período prolongado de tiempo, lejos de reducir la posibilidad de que algo ocurra, típicamente la incrementa.

En cada ciclo, el descuido y el exceso de confianza se manifiesta en formas diferentes. En esta ocasión, lo hace con dos tipos diferentes de inversión: en “hedge funds” y en instrumentos “estructurados”.

Si usted me lee en América Latina, es probable que le parezca irrelevante y casi exótico analizar estos tipos de valor. Sin embargo, le garantizo dos cosas. Primero, que limpiar a los mercados de esa propensión excesiva a tomar riesgo tendrá un impacto en todos los mercados de valores tradicionales, y en otros activos no financieros (como inmuebles o arte). Segundo, que si la situación no se corrige en forma ordenada, tendrá también un efecto en la situación económica mundial.

En lo absoluto estoy diciendo que el mundo se va a acabar o que viene un colapso épico. Es cierto que la evolución de los mercados ha llevado a que, por medio de operaciones con derivados, y a raíz del desarrollo de mejor tecnología para monitorear riesgo, éste está mucho más repartido entre todo tipo de institución financiera e inversionista.

Sin embargo, es esta evolución, que reduce el nivel global de riesgo, la que hace posible que usted o alguien cercano a usted está invirtiendo –en mayor o menor medida- en instrumentos que serán afectados por la crisis en estos valores “exóticos”, sin darse cuenta.

Le pido paciencia en mi explicación de lo que pasa. Le pido disculpas también a aquellos que son inversionistas sofisticados y a quienes les parece demasiado básica mi explicación. Pero también a éstos les invito a leer y seguir mis argumentos, pidiéndole encarecidamente que me escriba si le parece que estoy claramente equivocado.

Lo que hace trascendente y casi urgente la explicación es que el evento que marca el inicio del ajuste acaba de ocurrir: la debacle en dos hedge funds’ del conocido banco de inversión Bear Stearns.

El objetivo de éstos era participar en el mercado de valores respaldados por hipotecas de baja calidad crediticia. Esta clase de activo dio mucho a ganar en los últimos años, tanto a fondos como a intermediarios.

La pérdida los mismos ascendía a más de tres mil millones de dólares, lo cual forzó al banco a poner dinero y a encontrar compradores para una parte importante de los activos en el fondo.

Esta crisis aglutina a dos fuentes diferentes de problemas. Primero, por cómo pequeños y medianos inversionistas han recurrido a invertir en “hedge funds” sin entender donde hacen sentido dentro de sus portafolios y estrategias de ahorro de largo plazo.

Segundo, la crisis en el mercado llamado “subprime” donde numerosas entidades con baja calificación de crédito emitieron o respaldaron la emisión de instrumentos de deuda. Hoy y la próxima semana hablaré sobre por qué se abusó tanto de “hedge funds”, posteriormente intentaré explicar las complejidades del problema en el mercado “subprime”.

Una de las máximas más básicas para invertir es hacerlo sólo en instrumentos que uno entienda. Si su banquero o asesor no le puede explicar con toda claridad el instrumento en el cual va a invertir, no lo compre.

El problema empieza, entonces, con la masificación de la inversión en “hedge funds” que siempre estuvo diseñada para grandes inversionistas con largos horizontes de inversión, y capaces de tomar riesgo con una parte de sus portafolios. Por diseño propio, los “hedge funds” no deben manejar mucho dinero. Cobran, incluso, sobre la utilidad que generan, no sólo por los activos que manejan.

Déjeme hacer una analogía con las carreras de caballos para explicarle por qué es un problema si este tipo de fondo crece demasiado. Imagínese a un extraordinario experto en caballos, capaz de adivinar en veinte o treinta por ciento de las carreras en que apuesta cuál caballo será el ganador.

Si repentinamente ese apostador está compitiendo contra muchos más con la misma habilidad, el monto que le pagarán por cada apuesta será menor. Visto de otra forma, para generar la ganancia deseada, tendrá que poner cada vez más dinero en riesgo.

El problema se magnifica porque en el hipódromo, uno sabe cuál caballo está recibiendo más apuestas; en los mercados de valores, esta premisa no es siempre evidente.

Como dice Bill Gross de Pimco -quizá el manejador de fondos de bonos más influyente del mundo- al hablar de la reciente crisis de los fondos de Bear Stearns, “cuando la genialidad se combina con dinero prestado, es posible fallar”.

Eso es lo que le ocurrió a los dos premios Nobel que llevaron a otro “hedge fund”, Long Term Capital Management, a la quiebra hace casi 10 años. La diferencia ahora es que en aquel momento, fue posible contener la crisis.

La pregunta es si en esta ocasión la “masificación” de este tipo de inversión y la crisis en el mercado en el que se desenvolvían estos fondos, puede hacer imposible la tarea.

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