Decenas de miles de personas se arrojaron el miércoles tomates maduros en las calles de esta localidad levantina durante la fiesta anual que transforma la población en un río rojo.
Como es tradicional, a las 11:00 de la mañana y tras el disparo de un cohete desde el balcón del ayuntamiento, los camiones municipales depositan 117 toneladas de tomates maduros en la plaza principal de Buñol, dando comienzo a una batalla campal de una hora.
"Ha sido fenomenal, excelente, una locura, fantástico", opinó el turista irlandés de 21 años Alan Doyle, quien asistía por primera vez a la Tomatina.
"La calle parecía un río rojo", agregó.
Un segundo cohete marcó el fin de las hostilidades callejeras. Los residentes de Buñol utilizaron mangueras de riego para rociar a los participantes y las calles afectadas por la Tomatina.
El acontecimiento se deriva de las peleas originadas en la década de 1940 entre amigos de la infancia y ha pasado a simbolizar las fiestas patronales de Buñol, situado a 40 kilómetros (25 millas) al norte de Valencia, en la costa mediterránea española.
La Tomatina, celebrada cada año en el último miércoles de agosto, es al parecer la mayor pelea del mundo a tomatazos.
El festival atrae decenas de miles de turistas de España y el extranjero de países tan lejanos como Japón, Australia y Estados Unidos. Las autoridades calcularon que en la festividad de este año participaron unas 40.000 personas
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