Una suerte de conmutador cerebral ayuda a cambiar rápidamente entre el proceso de recordar y el de aprender, que no pueden ser simultáneos y cuya combinación es necesaria para las interacciones sociales.
Una suerte de conmutador cerebral ayuda a cambiar rápidamente entre el proceso de recordar y el de aprender, que no pueden ser simultáneos y cuya combinación es necesaria para las interacciones sociales.
Según científicos de la Universidad de Amsterdam y de la Universidad Duke (EEUU) , que publican hoy los resultados de su investigación en la “ Public Library of Science ” , el recuerdo de viejas experiencias y el aprendizaje de nuevas mantienen un constante forcejeo en el cerebro del ser humano.
Ambos procesos cerebrales no pueden darse a la vez, por lo que intentan competir para conseguir tener prioridad.
Las interacciones sociales requieren de un rápido intercambio de información nueva y vieja: en una conversación, por ejemplo, mientras una persona escucha la información que aporta el otro interlocutor está recuperando datos para preparar una respuesta adecuada.
Los científicos explican que el proceso de recordar reprime la acción de las regiones cerebrales implicadas en el aprendizaje.
Sin embargo, hay una región en la parte frontal izquierda del cerebro que media en esta lucha de procesos acelerando el cambio entre el aprendizaje y la memoria.
Esta región podría actuar como un conmutador en el cerebro: al no poder darse a la vez aprendizaje y memoria, su función consiste en cambiar rápidamente del modo “ aprender ” al modo “ recordar ” y viceversa.
El equipo investigador llegó a estas conclusiones tras desarrollar una herramienta que obliga a que aprendizaje y memoria se den casi a la vez en un breve periodo de tiempo.
En ella, un grupo de jóvenes debía observar una serie de palabras representadas en el centro de una pantalla a la vez que se medía su actividad cerebral con una resonancia magnética.
Cuando veían las palabras, intentaban recordar rápidamente si las habían estudiado alguna vez, mientras que en el fondo de la pantalla aparecían imágenes de colores.
Más tarde, los jóvenes fueron sometidos a una prueba de memoria en la que se les preguntó no sólo por las palabras, sino por el color de la pantalla.
La retención de imágenes fue mucho más difícil cuando los participantes tuvieron que recordar una palabra: el escáner reveló que las áreas del cerebro implicadas en el aprendizaje se activaba menos al recordar las palabras.
Los científicos descubrieron que una región de la parte frontal del cerebro sólo se activaba cuando aprendizaje y recuerdo se llevaban a cabo con éxito.
Sin embargo, la actividad en esa región se dio exclusivamente en aquellos jóvenes cuyo cerebro reprimió mínimamente el aprendizaje, es decir, que el recuerdo de una palabra no dificultó el aprendizaje de las imágenes. EFE
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