Después de siglos de batalla contra enfermedades físicas como tuberculosis, tifus o peste negra, el siglo XXI es la centuria de las enfermedades mentales. Aunque suelen tener tratamiento médico, las personas que desarrollan este tipo de dolencias viven estigmatizadas socialmente. El trabajo es un método de integración social y los Centros de Rehabilitación Laboral, dedicados a preparar a los enfermos mentales en la búsqueda y mantenimiento de un empleo, tienen un papel fundamental.
Los trastornos mentales son un problema de todos. Casi un 26 por ciento de la población sufre o puede sufrir trastornos psíquicos de distintos tipos. Un claro ejemplo de ello es la esquizofrenia, enfermedad que afecta a un 1 por ciento de la población: en España, 400.000 personas padecen esta dolencia, de ellas 40.000 viven en la Comunidad de Madrid, según un informe publicado por la Consejería de Servicios Sociales de dicha región.
Las personas con enfermedades mentales tienen que lidiar en su día a día con el rechazo y la exclusión social, lo que en ocasiones resulta más duro que la propia enfermedad. En un estudio reciente se dieron a conocer los prejuicios y representaciones que la sociedad tiene sobre la enfermedad mental. A pesar de vivir en una sociedad avanzada, aún persisten viejos estereotipos, que se creían enterrados, asociados a la enfermedad tales como peligrosidad, incapacidad para desempeñar una actividad laboral e incompetencia para las tareas de la vida diaria, responsabilidad de sufrir su enfermedad e inestabilidad e impredecibilidad de sus actos.
El estudio fue realizado por la Universidad Complutense de Madrid y la Obra Social Caja Madrid y recibió el titulo “Estigma y Enfermedad Mental”. Uno de los instrumentos más eficaces para la inclusión social de este colectivo es la integración laboral. De hecho, el desempeño de un trabajo beneficia a la persona con esquizofrenia y mejora la evolución de su enfermedad.
La Federación Madrileña de Asociaciones Pro Salud Mental (FEMASAM) ha demostrado que los enfermos mentales, con la preparación y el apoyo profesional necesario en cada caso, pueden desarrollar los hábitos de trabajo básicos, las habilidades y las competencias necesarias para manejarse en el puesto de trabajo. En la actualidad, un número cada vez mayor de personas con enfermedad mental crónica accede a un puesto de trabajo, gracias en gran medida al cometido de los Centros de Rehabilitación Laboral (CRL).
En primera persona a Alfredo le diagnosticaron una esquizofrenia paranoide hace seis meses. En su centro de Salud Mental le hablaron de los CRL, concretamente del de Getafe, ciudad en la que reside. Como al resto de los usuarios, le informaron de que recibiría un proceso individualizado de rehabilitación vocacional-laboral y apoyo en su posterior integración en el mercado laboral. Este proceso se realiza de un modo flexible, continuado y progresivo adaptado a las características, problemas y necesidades de cada usuario.
Durante los primeros días, los responsables del centro recabaron información sobre el recién llegado Alfredo a través de entrevistas estructuradas, cuestionarios, observación en vivo etc. El CRL quería conocer su historia laboral previa, sus intereses vocaciones y objetivos laborales actuales, sus hábitos de trabajo, sus habilidades sociales en ambientes laborales, sus habilidades durante la búsqueda de empleo, otros problemas psicológicos que pudieran afectar al desempleo laboral, los recursos económicos de que disponía y el apoyo socio-familiar con el que contaba. Todo ello con la finalidad de establecer un proceso de intervención que se ajustara a las características y necesidades de Alfredo.
Las personas con enfermedades mentales tienen que lidiar en su día a día con el rechazo y la exclusión social, lo que en ocasiones resulta más duro que la propia enfermedad
Días después, el Centro entregó a Alfredo un plan individualizado de rehabilitación laboral en el que se establecía de forma concreta los objetivos que se querían alcanzar en las diferentes áreas de trabajo dentro del proceso global de rehabilitación laboral; este informe debía ser aprobado tanto por Alfredo como por sus familiares directos. “Los usuarios del Centro tienen que firmar el informe mostrando su conformidad porque supone un compromiso tanto del equipo de profesionales del CRL como de los propios usuarios” señala Miryam Alonso, directora del CRL de Getafe. Sin embargo, el proceso se paralizó momentáneamente porque la familia de Alfredo no veía con buenos ojos la reintegración laboral de éste, al haber adquirido una enfermedad mental muy estigmatizada por nuestra sociedad.
Yolanda Sánchez, maestra del taller administrativo, gráfico, comercial y manipulativo del CRL de Gatefe recuerda: “En muchos casos no recibimos el consentimiento familiar por la sobreprotección de la que son objeto los enfermos mentales, porque piensan que el daño que recibirán al abrirse al mundo exterior no compensa los beneficios del trabajo”. Tras darle el visto bueno llega el proceso de intervención en el CRL. El fin primordial era mejorar las capacidades y habilidades laborales de Alfredo y posibilitar y avanzar en su integración laboral normalizada, para ello se utilizaron diferentes estrategias tanto con Alfredo, como con el entorno laboral. En el caso del primero se le orientó laboralmente, -Alfredo destacaba en el trabajo cara el público-, se le entrenó en hábitos laborales básicos y capacidad de ajuste al entorno laboral, -puntualidad, amabilidad tanto con los compañeros como con los clientes-, acompañamiento y apoyo a la inserción en el mercado laboral y actividades de apoyo al mantenimiento del empleo.
“Durante la fase de intervención, es una condición imprescindible que los usuarios estén convencidos del potencial de la rehabilitación. Estamos hablamos de procesos generalmente largos con los que se consigue un nivel de autonomía suficiente para la posterior integración a través del empleo”, declara el terapeuta ocupacional Manuel Santísimo. En cuanto al entorno laboral, se informa, sensibiliza y coordina con recursos de formación profesional u ocupacional para mejorar la cualificación de los usuarios y se contacta con el tejido laboral para favorecer la contratación de los usuarios.
«Nunca les llamamos alumnos, les llamamos trabajadores o usuarios»
“A la hora de trabajar con personas con enfermedades mentales existen dos grandes errores: la desconfianza o miedo que despiertan en muchas personas esta enfermedad y la sobreprotección que lleva a reducir el nivel de exigencia en el trabajo” dice Manuela Morelo, responsable del Centro Especial de Empleo José Kentenich “FAECROMEN”. “Desde el Centro intentamos ofrecer todo el apoyo posible a nuestros trabajadores, toda la comprensión y también toda la exigencia, porque la enfermedad mental no debe ser un inconveniente, pero tampoco una excusa”. La intervención de Alfredo se realizó tanto de modo individual como en grupos, porque la conjugación de las dos formas de trabajo ofrece óptimos resultados de integración en los enfermos, según expone Manuel Santísimo.
Asperezas que limarUna de las primeras cosas necesarias para rehabilitar laboralmente a un paciente es definir sus intereses y objetivos laborales. Ellos no siempre lo tienen claro, por lo que es fundamental trabajar en el centro y por medio de talleres encontrar qué es lo que mejor y con más ganas se desempeña. Además, desde el CRL se descubre a los enfermos nuevas actividades que puedan despertar renovados intereses que motiven especialmente al enfermo.
Este proceso de reconocimiento y evaluación dura aproximadamente dos meses y es importante ser consciente de las capacidades de cada uno y no fijarse metas demasiado lejanas o complicadas porque la decepción podría ser perjudicial. Los problemas que suelen tener los enfermos como Alfredo no están siempre relacionados con su competencia técnica sino con ciertas habilidades sociales.
“Las dificultades se encuadran, generalmente, en la esfera de las relaciones personales: tienden a aislarse y no vincularse afectivamente al entorno laboral”, explica Manuel Díaz, (laura, hay que meter el puesto que tiene este hombre) . Es decir, desde el CRL se intentará que Alfredo adquiera unos hábitos básicos de trabajo como ser puntual, darle importancia al aspecto personal, cuidar las herramientas de trabajo… También se intentará mejorar la concentración y la capacidad de terminar lo empezado. Alfredo sabe hacer cosas más difíciles, pero tiene que aprender a seguir este tipo de pautas porque si no le será imposible trabajar en grupo.
Asimismo, es importante limar las asperezas que puedan aparecer al trabajar en contacto directo con otras personas; hay que potenciar las habilidades sociales para interactuar con los demás, tanto compañeros como supervisores. Aquí entran cuestiones sencillas como entablar una conversación con un compañero, o ser capaz de solicitar ayuda cuando la situación lo requiera; aprender a recibir una crítica sin tomarlo como una cuestión personal o adquirir habilidades para sobrellevar una situación de tensión o estrés laboral.
Es importante destacar que en el CRL no se encarga de ofrecer información específica a los enfermos. Alfredo no aprenderá aquí a manejar el Photoshop, ni tampoco descubrirá los entresijos de las instalaciones eléctricas, ni realizará un curso auxiliar de geriatría... A pesar de que la adquisición de nueva formación y el aumento de la cualificación laboral sean muy interesantes para los enfermos mentales, no es competencia del CRL ofrecer esta educación. Sin embargo, sí movilizará sus recursos para lograr que los enfermos accedan a los centros donde sí se imparte este tipo de cursos: INEM, Casas de Oficios, IMSERSO, centros de Formación Profesional, ONCE, etc.
Empezar a buscar empleoUna vez se han limado las asperezas sociales que se hacen necesarias para mantener un buen ambiente de trabajo y realizar con normalidad las tareas, después de haber adquirido conocimientos que han servido para ampliar el catálogo de tareas que sabía acometer, hace falta lo más importante: ¡encontrar un puesto de trabajo! Alfredo tiene que aprender a identificar y usar las fuentes de información sobre ofertas de trabajo; tiene que ser capaz de escoger qué es lo que más le conviene, tiene que seleccionar entre una oferta, no presentarse a la primera vacante que encuentre.
También desde el Centro de Rehabilitación Laboral se le enseñará a elaborar un CV, escribir una carta de presentación y rellenar solicitudes: es decir, Alfredo saldrá entrenado para que la burocracia y el papeleo no le pille desprevenido porque este tipo de dificultades –que también irritan a aquellos que no sufren una enfermedad mental- pueden ser tediosas y pueden llegar a dificultar la búsqueda de un empleo. Y, por supuesto, desde el CRL se le habrá enseñado a Alfredo cómo comportarse en una entrevista laboral: se le explicará la mejor manera de explicar sus méritos, cómo responder a las preguntas y se le animará para que pueda tener iniciativa a la hora de pedir aclaraciones y explicaciones a su posible contratante.
El CRL no solamente se encarga de preparar a los enfermos mentales para conseguir un trabajo, sino que intenta modificar las creencias de las empresas que no se fían de este tipo de trabajadores. “Existe un rechazo más o menos explícito a tratar o contratar personas con enfermedad mental, posiblemente en la doble creencia de que no pueden desarrollar un trabajo y que son potencialmente peligrosos. Gran parte de nuestra tarea consiste en convencer a los empresarios de que esta visión es incorrecta” asegura Manuel Díaz.
¿Y después del contrato?La relación de Alfredo y el CRL no terminará una vez que él haya conseguido un empleo, desde el centro se ofrece apoyo y supervisión a sus usuarios. Alfredo podrá acudir libremente cuando se encuentre con problemas laborales que no sea capaz de asumir en solitario.
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