A través de Fotografía Microsiervos he accedido a Armonía Fractal, un blog de fotografías aéreas de Doñana, en el que se ve cómo el agua y la vegetación generan formas muy parecidas a los fractales. La que más me ha impresionado ha sido ésta, ya que realmente parece un fractal.
Además de trasladar mi mente al apasionante mundo del orden en la naturaleza, el número áureo y la proporción áurea, he recordado las palabras que oí a un conferenciante en un congreso sobre seguridad informática: "El caos tiende a la perfección. Sólo tienes que dejar tu casa unas semanas sin barrer. Verás como la suciedad del suelo se va organizando en borlas esféricas. ¿Y no es la esfera la figura más perfecta?. El caos del universo también ha ido formando planetas esféricos...". Es una teoría totalmente opuesta a la Ley de Murphy, que parece más adaptada a la mente humana, a pesar de la perfección que es capaz de manifestar el hombre al representar el orden del universo en la geometría.
Cada vez que oigo hablar del caos creado por la información, del exceso de datos que recibimos cada día y de todos los factores que han hecho que hablemos de la economía de la atención, recuerdo esas palabras y pienso en un universo de textos, fotografías, vídeos, recuerdos, sensaciones... que se encuentran en un desorden natural a la espera de ser ordenados, comprendidos o interpretados en el preciso momento en que ello sea necesario y de forma efímera.
Para encontrar un lugar ideal para el observador habrá que alejarse de la información y dejar que se simplifique la visión, al revés de lo que sucede en un fractal de Mandelbrot: al acercarnos a un perfil sencillo de una figura geométrica, aparecen nuevas figuras que reproducen la anterior, y así sucesivamente hasta el infinito.
Es algo parecido a lo que ocurre cuando navegas por Internet sin un mínimo de disciplina. Tu curiosidad te lleva por tantas bifurcaciones que al final estás ante contenidos que no tienen nada que ver con tu objetivo inicial.
Los algoritmos utilizados hasta ahora para explorar el caos de la información en Internet se han basado en la popularidad de los contenidos, en la relevancia, la categorización... Teniendo en cuenta la naturaleza dinámica del caos, y la imposibilidad de que cualquier forma de orden de la información sea útil para todos, la alternativa ha sido siempre cambiar el factor de zoom y aplicar en cada caso la distancia focal apropiada, en función del nivel de detalle que necesitemos y el tiempo del que dispongamos. Esto parece muy fácil y elemental, pero no somos capaces de hacerlo y dejamos que la necesidad inconsciente de ordenar el caos que nos rodea siga influyendo en nuestro nivel de estrés. Tal vez la felicidad consista en parte en la aceptación absoluta del caos.
La misma sensación da a veces navegar por los textos legislativos y por la jurisprudencia. La experiencia era dramática cuando no había bases de datos y tenías que enfrentarte a repertorios que ocupaban cientos de volúmenes. Además, sin una tabla de vigencias actualizada podías estar trabajando con un texto derogado total o parcialmente.
Las contradicciones que encontramos entre los preceptos, a pesar del orden y la capacidad organizativa que se presumen en el legislador, hacen preguntarse qué pasaría si añadiésemos en el proceso de creación de leyes un cierto factor de caos, dejándolo en manos de los destinatarios de la norma para ver si surgía un orden natural, un número áureo que lo acercase a la perfección. Sería algo parecido a una wiki ley que necesitaría un elemento coordinador de las numerosas aportaciones. ¿Triunfaría la proporción áurea de la naturaleza o la ley de la fatalidad del ser humano desligado de la naturaleza?.
Tal vez algo así es difícil de imaginar, dada la pluralidad de enfoques, perjudicados y beneficiarios de cada uno de los artículos de una hipotética wiki ley. El posible que el paso intermedio sea el uso de Internet para la consulta popular y para la recepción de comentarios sobre un proyecto de ley. La LSSI, el Reglamento de la LOPD y la LISI han sido leyes que han recibido innumerables aportaciones y críticas desde la red. Por desgracia, el legislador no siempre saca el máximo provecho del pensamiento distribuido, y al final, bien porque el trabajo legislativo no tiene tiempo para ser consistente, bien porque la ley nunca puede ser perfecta, el acabado final, el ajuste fino, queda en manos de los jueces.
Javier Ribas
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