España es, en la actualidad, uno de los países con mayor porcentaje de obesidad infantil. La relevancia de este dato aumenta al considerar el rápido crecimiento que la obesidad y el sobrepeso han experimentado en las dos últimas décadas, como consecuencia, fundamentalmente, del sedentarismo y de unos hábitos dietéticos inadecuados. Sin duda, el acelerado ritmo de vida de la sociedad actual, unido a la comodidad (es más rápido comprar un bollo que preparar una ensalada) y a unos cánones de salud del todo erróneos (la creencia popular de que un niño rollizo es un niño sano) se encuentran entre los puntos de partida de un problema que alcanza en España cifras alarmantes.
En este contexto, consciente del importante papel de la familia en la dieta de los más pequeños, ADECES aconseja seguir determinadas pautas para alcanzar una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel mundial: más de mil millones de personas adultas tienen sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesas. La importancia de este dato es mayor en España, ya que si bien ocupa una posición intermedia en el porcentaje de adultos obesos, nuestro país presenta una de las cifras más altas en lo que respecta a la población infantil: según datos del INE, el 8,9% de los españoles de entre 2 a 17 años presenta obesidad y el 18,7% tiene sobrepeso. Los hábitos alimentarios y sedentarios son, para los expertos, causas fundamentales del aumento de la obesidad infantil experimentado en las dos últimas décadas en España.
Las consecuencias de una alimentación desequilibrada
Los distintos estudios oficiales realizados al respecto (caso de la Encuesta Nacional de Salud) señalan que el 6,2% de la población infantil y juvenil española no desayuna habitualmente. El desayuno de los niños españoles se compone mayoritariamente (en un 56% de los casos) de un vaso de leche acompañado de algún hidrato de carbono, mientras que el 19,3% se queda tan sólo en el vaso de leche. Para ADECES, existe una relación directa entre este mal hábito alimenticio y la obesidad. Un desayuno equilibrado debe incorporar leche, fruta o zumo e hidratos de carbono, pauta seguida en la actualidad por tan solo el 7,5% de los niños.
La obesidad responde a distintas causas, entre las que se encuentran la genética y los problemas endocrinológicos. Si bien ambos factores existen, también es cierto que no son ni tan determinantes ni tan numerosos: no todos los hijos de obesos acabarán siéndolo y el porcentaje que se asocia a problemas endocrinos es menor que el asociado a otras causas. En este contexto, los expertos coinciden al encontrar en los hábitos dietéticos inadecuados y en la insuficiencia de la actividad física las principales causas.
Así, cinco de los diez factores de riesgo identificados por la OMS como claves para el desarrollo de las enfermedades crónicas están estrechamente relacionados con la alimentación y el ejercicio físico: la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y el consumo insuficiente de frutas y verduras.
Pautas a seguir
La infancia es un periodo decisivo para actuar sobre la conducta alimentaria, ya que los hábitos dietéticos se inician a los tres o cuatro años de vida y se establecen a partir de los once, con una tendencia a consolidarse a lo largo de toda la vida. El papel de los padres es, por tanto, concluyente. En este sentido, ADECES ofrece los siguientes consejos:
1. La importancia de seguir una dieta equilibrada, entendiendo como tal aquella que cubre las necesidades nutricionales del día. Es fundamental comer de todo, moderando, eso sí, el consumo de grasas y de alimentos ricos en azúcar. Los cereales, patatas y legumbres constituyen alimentos básicos que hay que comer a diario, al igual que las frutas, las verduras y las hortalizas.
2. La importancia del desayuno. Hay que concienciar a los niños de que el desayuno es una de las comidas más importante del día y debe cubrir, al menos, el 25% de sus necesidades nutritivas. Para conseguirlo, debe incluir lácteos (leche, yogur, etc.), cereales (pan, galletas, copos de cereales…), y una fruta o su zumo. Por supuesto, todo ello se puede acompañar de grasas de complemento (caso del aceite de oliva, mantequilla, margarina…), mermeladas, miel y fiambres.
3. La importancia del ejercicio físico. La sociedad actual, oferta numerosas actividades de ocio infantil sedentarias (televisión, videojuegos, ordenador, etc.), de ahí que sea necesario recordar a los padres la trascendencia de las actividades físicas: salir a jugar a un parque o, simplemente pasear, son actividades que deben integrarse, necesariamente, en la rutina de los más pequeños.
4. La importancia del ejemplo. Los niños aprenden conductas por imitación, de manera que los padres se convierten en modelos a seguir, también en materia de educación nutricional. Por ello, los padres deben practicar con el ejemplo y seguir una dieta equilibrada o saludable: es imposible concienciar a los más pequeños sobre la importancia de la fruta o la verdura si los padres no las compran ni las consumen.
5. La importancia de saber comer. Hay que enseñar a los pequeños a comer y masticar despacio, es importante convertir el momento de la comida en algo agradable, de lo que se puede disfrutar.
6. La importancia de los colegios. Son numerosos los centros escolares que disponen de las famosas máquinas de refrescos. ADECES aconseja que estas máquinas no expendan bebidas azucaradas ni bollería industrial.
7. La importancia de los facultativos. En caso de que sea necesario imponer a los menores una dieta hipocalórica, ésta debe ser decidida siempre por un médico.
8. La importancia de las rutinas. Como cualquier otra actividad, la comida también tiene sus horas. Es fundamental enseñar a los niños a respetarlas y huir de los famosos picoteos.
Para más información: Carmen Rodríguez 914667051-655319004. www.adeces.org
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