La dieta variada y equilibrada es la mejor solución, no hay dudas a este respecto. Sin embargo, su aplicación práctica es todo un arte. Somos tan diferentes unos de otros, las costrumbres son tan encontradas, que cada persona percibe eso del equilibrio de una manera peculiar. Enseguida detectamos las manías, o las modas, varían los estilos de cara a la alimentación. Existen mitos alimenticios sin ningún fundamento para su respaldo. Por si faltara algo, contra los gustos, son infructuosas las alegaciones. Ante este galimatías, de vez en cuando, intentamos pescar alguna ORIENTACIÓN acertada.
Desde los primeros momentos afrontamos tres ENFOQUES ineludibles. En lo cuantitativo, están muy implicados los factores socio-económicos, reparto, zonas desabastecidas; como también las abundancias, con sus excesos, desperdiciando alimentos que escasean en otros lugares. ¿En qué medida tenemos en cuenta estos aspectos? Pasando al detalle cualitativo, es preciso prestar atención a los componentes concretos de cada dieta, de cada alimento, para la búsqueda del equilibrio conveniente, ni sobras ni faltas. Este segundo paso sólo será posible se se superaron los mínimos de supervivencia. Para considerar a continuación la tercera línea más elaborada, a la que podremos denominar como intervencionista. Una vez alcanzados mayores conocimientos científicos, informaciones adecuadas y su correcta comprensión; se adoptan actitudes preventivas y se tratan diferentes trastornos, basados en los efectos de cada alimento.
En el primer número de este año, en el European Journal of Clinical Nutrition, Katan y colaboradores nos repasan las valoraciones efectuadas por expertos nutricionistas en el Simposium de Wageningen. Resaltan los principales hallazgos en este campo. Unos ya resultan antiguos (Metabolismo de los ácidos grasos, colesterol, triglicéridos, ácido fólico en embarazadas); otros más recientes y menos conocidos del gran público; e incluso, algunas esperanzas de cara al futuro inmediato, genéticas sobre todo.
Por la gran cantidad de sujetos afectados, entresaco primero los comentarios referidos a la relación de la nutrición con la DIABETES. Con los estudios recientes, de planteamientos rigurosos, se confirman intuiciones previas relevantes. Con una modificación leve del estilo de vida, alrededor de una hora diaria de ejercicio; y con restricciones moderadas de la dieta, alcanzando pérdidas de 3 a 6 kg. de peso; se han demostrado reducciones en la incidencia de la diabetes en torno al 58 %. ¡Es una reducción importante!, menos de la mitad de casos. Se evita el engorro de controles, tratamientos y complicaciones derivadas, que se evitarían con esas medidas.
Resulta estimulante la versión que nos ofrecen en relación con la VITAMINA D, explican algunas primicias confirmadas sobre sus efectos generales. Estamos acostumbrados a su relación con los huesos, la conveniencia de tomar el sol y el aire para su buena producción; calcio y huesos en pocas palabras. La parte novedosa nos cuenta la importancia de esta vitamina para otras funciones no menos necesarias; nos indican que su bajo nivel impide un correcto funcionamiento orgánico en procesos serios. Es beneficiosa en cuatro aspectos de especial relevancia, para el combate del organismo contra el cáncer, como reductora de la potencia de una diabetes, influyente sobre el buen tono de los músculos y favorece la defensa contra las infecciones.
A medida que comentan los avances más recientes, se vislumbran en el ambiente los retos inmediatos, aquellos donde se centran los nuevos proyectos e inquietudes. Se comprueba la eficacia de la dieta para el control de la OBESIDAD en sus diferentes facetas genéticas, con el añadido beneficioso de que ese control disminuye la RESISTENCIA a la INSULINA, tan perjudicial para el tratamiento de los diabéticos. El campo de la diabetes es uno de los más aliviados si se practica una buena alimentación. Aventuran mejores logros a corto plazo, mejoran las perspectivas.
Quizá no se le esté dando el relieve merecido al grupo de los alimentos ANTIOXIDANTES. La oxidación es un inconveniente asociado a la inflamación y deterioro de los tejidos orgánicos, con la consiguiente degradación de sus células. La oxidación es un mecanismo lesivo; su atenuación supone todo un reto. ¿Qué alimentos inhiben estos efectos deletéreos? Una dieta bien equilibrada y variada es activa en esa línea. Sin embargo, algunos alimentos son activos con mayor fuerza, alivian esa oxidación; así, unas buenas ensaladas y la fruta, son fuente de vitaminas, excelentes antioxidantes. El mismo aceite de oliva y otros aceites vegetales lo son. Su empleo generoso contribuirá a la disminución de aquellos disturbios oxidativos.
Uno de los sectores con mayor concentración de angustia y desesperación, podemos centrarlo en torno a la pérdida de capacidad mental, ese descontrol agobiante que solemos denominar DEMENCIA, en sus múltiples variedades, senil, vascular, Alzheimer. No es extraño el interés de los nutricionistas citados, a la hora de hacer hincapie sobre los adelantos en este terreno. Se han publicado trabajos recientes, con especial énfasis en el buen efecto de ciertos componentes dietéticos, para atenuar el empeoramiento cognitivo de estas personas. El ácido fólico es eficaz, según los estudios efectuados en sujetos añosos. ¿Suplementos precoces? En el mismo sentido se habla del grupo de vitaminas B y de los ácidos grasos n-3, obtenidos de los pescados. Cualquier progreso en un trastorno tan desagradable como este, merece la consideración necesaria.
Se habla mucho de los elementos TRAZA, por que de ellos se necesitan pequeñas cantidades, minúsculas, apenas unos pocos milígramos, -Zinc, Selenio, Vitaminas, Cobalto …-. Unos con bondades para la piel o el cabello, otros para las glándulas –Sexuales, Tiroides, Páncreas-, para las defensas, etc. Aquí sería bueno insistir en la utilidad de todos ellos, vitales en ocasiones, pero recalcando las malas consecuencias de los excesos, tantas como las derivadas de los defectos. Por lo tanto, moderación y equilibrio una vez más, sin suplementos frívolo y abusivos, con una ingestión variada. De todo lo dicho, no perdamos de vista las diferentes edades, fetal, crecimiento, adultos, enfermedades, edades avanzadas; los requerimientos no son siempre los mismos, hay que adaptarse al cambio de circunstancias.
Plantean la necesidad del manteniemiento de un balance adecuado entre lo PÚBLICO y lo PRIVADO en la pelea contra la mala nutrición. ¿El Estado sólo debería preocuparse de una información certera? ¿O bien, de las medidas correctoras e incluso obligatorias? ¿Deben dominar criterios económicos o la autonomía del ciudadano? La publicidad y los intereses comerciales ejercen una marcada influencia. ¿Cómo extrapolar los datos científicos contrastados hacia los gustos del personal? Estamos ante un difícil ensamblaje que conviene madurar. La solución no reside en los decretos o en los grandes emporios tramposos; es el CONVENCIMIENTO el rey de ese futuro, la diversidad es inevitable.
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