jueves, febrero 18, 2010

Impuesto a los ricos

Por Guido Rodríguez Alcalá |

Una de las mañas de las finanzas se llama buyback. El buyback consiste en lo siguiente. Una empresa A coloca bonos en el mercado por valor de 100 cada uno. Después compra sus propios bonos (o simula comprarlos). Al ver que se venden, se piensa que los bonos realmente valen y se los compra. Así puede ocurrir que los bonos, lanzados con un valor de 100, lleguen a venderse por 110. Por supuesto, la empresa A sale ganando con el aumento del valor.

Este mecanismo se usó en 1871, cuando el Paraguay recibió un préstamo de 1.000.000 de libras esterlinas de Londres. Los que dieron el préstamo, los directivos de la firma Waring Brothers, no pusieron una libra de su bolsillo. Lo que hicieron fue vender bonos en la Bolsa de Londres; de la venta salió el dinero que llegó al Paraguay. El préstamo tenía un valor de 1.000.000 de libras con 8% de interés anual (el interés normal era 5%). Con descuentos, comisiones, etc., el Paraguay recibió solamente 400.000 libras, aunque debía devolver 1.000.000, con intereses de 8% sobre 1.000.000 (o sea 20% sobre 400.000).

Desde 1871 hasta hoy, las maniobras financieras se han vuelto mil veces más complicadas. Algunas se mantienen, como el buyback, que ahora se hace con computadoras. Los que tienen computadoras ultrarrápidas compran valores y los vuelven a vender; la diferencia en la velocidad de las computadoras hace que puedan venderlos justo cuando el precio está más alto a causa de las compras simuladas.

Existen transacciones mucho más complicadas, pero que tienen en común lo siguiente: los especuladores trabajan con dinero ajeno, se benefician con las ganancias de ese dinero y hacen correr el riesgo al dueño del dinero. Eso pasó con la timba financiera de 2008, que dejó tambaleante a la economía mundial. Los responsables no cayeron porque eran "demasiado grandes para caer", según se dijo. Por eso se los ayudó con fondos públicos, y ahora vuelven a las andadas, como si nada. Por eso se propone ahora aplicar un impuesto a las transacciones financieras, una idea con buena aceptación en los altos círculos políticos de la Unión Europea.

La idea lleva el nombre de impuesto Tobin (por el nombre de quien la lanzó). También se la llama impuesto Robin Hood. Se trata de aplicar un impuesto a cada transacción financiera; como a nivel mundial se hacen millones de millones de esas transacciones, se pueden recaudar muchos millones para recuperar el dinero que se les dio a los financistas quebrados.

Los círculos financieros objetan que no se puede aplicar un impuesto a nivel mundial. Según el ganador del Nobel Paul Krugman, los centros financieros mundiales son pocos, y se los puede controlar. Otra objeción es que el impuesto arruinará las finanzas y, con ellas, la economía. Krugman replica que solamente arruinará la especulación financiera; no perjudicará, por ejemplo, a quien compra valores y los vuelve a vender al cabo de un año, sino a quienes compran y venden con frecuencia para lucrar con la diferencia de precios.

¿Se aplicará el impuesto Tobin? Todo depende de que se llegue a un acuerdo internacional. En el acuerdo deberá entrar Estados Unidos, cuyo presidente simpatiza con la idea, pero que ahora tiene problemas con el Congreso.

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