viernes, septiembre 14, 2007

¿Qué impacto tendrá la posible reducción las tasas de interés para los fondos federales?

Para quienes no sabían si la crisis crediticia tendría impacto en la economía real, la campana los despertó de su sueño el viernes pasado, cuando las cifras de empleo mostraron, por primera vez en cuatro años, una caída. Esta llamada, sin embargo, aún no logra traer de regreso de su plácido dormir a quienes disfrutan de otros dos sueños.

El primero es que, una vez que la Reserva Federal comience a bajar las tasas de interés para “fondos federales” el 18 de septiembre, como por arte de magia todo volverá a ser como antes. El segundo es que esta crisis estará contenida dentro de las fronteras de los Estados Unidos y que el fuerte crecimiento en el resto del mundo compensará el deterioro de la economía estadounidense.

Empecemos por el posible impacto de las tasas de interés. Quizá la lección más importante que puede aprender un inversionista es reconocer que no hay jugador alguno en los mercados financieros que tenga tal escala o poder como para poder influir en forma determinante en la dirección de éstos. Eso aplica incluso para el banco central del país con la economía más dominante del mundo.

Recordemos que la Reserva Federal redujo por medio punto porcentual sus tasas de interés de referencia para el mercado de dinero “overnight” (a plazo de un día) el 17 de agosto. Sin embargo, el costo real de los préstamos tanto para bancos como para individuos se ha incrementado. El mercado decide y si quien presta no se siente cómodo con el entorno o con la calidad del colateral que ofrece quien pide prestado, lo reflejará en el costo.

El nivel de la tasa de interés refleja claramente el riesgo que se percibe en el mercado. Esa percepción puede ser influida por el banco central si se cree que estará dispuesto a rescatar al mercado en situaciones extremas, pero poco puede hacer para forzar a que un banco comercial esté dispuesto, por ejemplo, a tomar un colateral riesgoso o frágil de otro banco comercial.

El banco central puede marcar una referencia, también puede “abrir” la ventanilla para inyectar liquidez en los mercados. Al aumentar la oferta de un bien, su precio baja, y el dinero no es la excepción. Pero ni siquiera la Reserva Federal misma puede tener tal nivel de influencia como para asegurar que el mercado seguirá su guía.

Una muestra más de los límites a la política monetaria se ha evidenciado en la tasa para oferta interbancaria de Londres, mejor conocida como Libor. La diferencia (“spread”) entre ésta y la tasa que antes mencioné se ha duplicado. La tasa Libor llegó a 5.78%, un fuerte incremento, pues en agosto 3 estaba en 5.36%. Claramente, el mercado parece percibir que el riesgo ha aumentado. Aún con los bancos centrales inyectando liquidez, el aumento puede ser más que compensado por los bancos comerciales si cierran la llave del crédito.

La otra sorpresa con la que se encuentran quienes ven que su inmueble está en riesgo debido a que las tasas de interés de sus hipotecas están siendo revisadas al alza, es al darse cuenta de que las tasas de referencia de éstas es Libor. Esto quiere decir que aún cuando una reducción en las tasas de corto plazo en los Estados Unidos eventualmente debería tener algún impacto en la tasa Libor, el efecto no será ni directo ni instantáneo sobre el costo de las hipotecas.

Recordando algo de lo que he hablado extensamente en artículos anteriores, un gran número de las hipotecas contraídas en años recientes se hicieron en base a la modalidad de tasas ajustables o ARM’s (“adjustable rate mortgages”). Un alto porcentaje de éstas se empezó a ajustar a partir del segundo trimestre de este año.

Muchos deudores empiezan apenas el tortuoso proceso de defender su casa como se defiende “un gato boca arriba”, tratando a toda costa de salir del hoyo. La historia, desafortunadamente, muestra que es más probable que en el intento de salir simplemente caven un hoyo aún más profundo.

Olvidémonos por un instante de lo que los sabios de Wall Street pregonan cuando nos tratan de convencer de su tergiversada mitología. A veces, el mejor análisis lo hacemos cuando conectamos el sentido común (“el menos común de los sentidos”, decía mi padre) y nos ponemos en el lugar del pobre tipo que está ahogado por su crédito hipotecario.

Recordemos que el principal -pero no único, que conste- problema en el mercado inmobiliario está en el segmento de baja calidad de crédito.En la hipoteca que se le otorgó a una persona que no tenía el ingreso para justificar el crédito, o que tenía un historial cuestionable.

Es posible que cuando sale del periodo de gracia donde el costo de su crédito estaba muy por debajo del costo de mercado, la tasa se ajuste. Esto implica que verá cómo sus pagos mensuales se duplican o triplican. Irá al banco para tratar de obtener una segunda hipoteca y se dará cuenta de que la valoración de su inmueble en el mejor de los casos no ha subido y probablemente incluso bajó, no es posible pedir más.

Renuente a dejar su casa y ante el deseo ferviente de que ésta sea sólo una crisis temporal, recurrirá a otras fuentes de endeudamiento: tarjetas de crédito, casas de empeño, préstamos de familiares o amigos, lo que sea. Después de algunos meses, se encontrará no sólo teniendo pagos hipotecarios que siguen siendo una proporción insostenible de su ingreso mensual, sino quizá incluso con otro tipo de deuda que seguramente estará también a costos estratosféricos.

Los bancos comerciales tendrán problemas por la creciente morosidad en los pagos de tarjetas de crédito, igualmente lo tendrán tiendas que hayan hecho ventas a crédito y otros tipos de acreedores. Para complicar aún más la situación, el deterioro en las cifras de empleo nos debe recordar que la crisis de crédito se acentuará también conforme crezca el número de desempleados.

Esto va a seguir ocurriendo con o sin la baja en tasas que hará la Reserva Federal. Es más, si el desempleo no aumenta, la capacidad del banco central para bajar tasas se verá mermada. Es importante tener un acervo de desempleados a quienes echar mano una vez que se entre en la fase de recuperación en el ciclo económico, de lo contrario ésta pudiera ser fuertemente inflacionaria.

Como dije en un artículo anterior, el riesgo extremo puede provenir del dólar. La evidencia reciente ha sido que conforme se llega a crisis realmente extremas, el ahorro individual e institucional se sigue refugiando en el dólar y en bonos emitidos por el Tesoro estadounidense. Sin embargo, es posible que ante una baja sostenida en las tasas de éstos, la demanda por ellos baje.

Aún con una recesión, los Estados Unidos seguirán teniendo que importar ahorro del resto del mundo para financiar un déficit en su cuenta corriente que aunque se reduzca conforme la demanda por importaciones baje, seguirá siendo colosal, pues el año pasado alcanzó la cifra récord de 850 mil millones de dólares.

En una situación así, a la Reserva Federal no le quedaría más remedio que incrementar las tasas de interés, y si ésta se resistiera a hacerlo, el mercado lo hará por ellos. ¿Se imagina una situación en la cual además de todas las razones antes expuestas para profundizar la crisis de crédito, ésta ocurriera en medio de tasas al alza?

Del despertar del segundo sueño, sobre la crisis contenida en los Estados Unidos, tendré que hablar la próxima semana. Pero para que no nos cortemos las venas ante un panorama que pudiera parecer demasiado pesimista –no es la primera vez que me acusan de serlo- déjeme decirle con toda sinceridad que creo que el proceso de limpieza que viene, si se deja que corra su curso sin demasiada intervención de políticos populistas o de autoridades reguladoras con complejo de bombero, acabará generando un entorno que permitirá una recuperación sana.

También le digo que, repitiendo por enésima vez que no soy partidario de especular con la dirección de corto plazo que tomarán los mercados, sí creo que las mejores compras de largo plazo se pueden hacer cuando se divorcia el “sentimiento” de los fundamentos. Será posible hacer excelentes inversiones si se tiene los pantalones para invertir cuando se presenten los nubarrones, si se tiene la frialdad de simplemente sentarse a analizar el valor fundamental de los instrumentos en los que se invierte, se elige bien, y se le da tiempo a las inversiones para que rindan fruto.

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