A un presidente de una empresa muy importante en los Estados Unidos le pregunté hace años que tuvo que hacer él para ser tan exitoso en su ilustre carrera. “Lo mismo que me hizo falta el mismo primer día que comencé”, me contestó. ¿Y qué es? Le pregunté. “Un sentido de urgencia de hacer las cosas. Una obsesión de lograr mis metas y mis objetivos”.
A través de los años me he tropezado con muchos triunfadores y fracasados en el mundo de los negocios. He llegado a la conclusión que las personas que triunfan, las personas que mueven el mundo, son aquellas que tienen ese sentido de urgencia.
No importa cuán inteligente o cuán bien intencionado sea usted, si usted no tiene este sentido de urgencia, ahora mismo es el momento de empezar a desarrollarlo. El mundo está lleno de personas muy competentes que honestamente tienen toda la buena intención de hacer las cosas mañana, o tan pronto tengan un tiempito para hacerlas. Ése libro que quieren escribir, siempre dicen que lo van a empezar la semana que viene o el mes que viene. Años pasan y el libro no se escribe. Puede que tengan gran habilidad para escribir, que tengan una importante historia que contar, si el libro no se escribe, ese talento se habrá desperdiciado y el mundo no podrá beneficiarse de esos conocimientos.
Los logros de esas personas que lo dejan todo para mañana, no se puede comparar con los logros de aquellos que tienen menos talento pero que están bendecidos con el sentido de urgencia de que tienen que empezar las cosas YA, o no pasa nada.
Una de las destrezas más importantes en el mundo de la administración es la habilidad de comunicar este sentido de urgencia a las personas que trabajan con nosotros sin apabullarlos y sin convertirlos en enemigos que tratarán de sabotear nuestros esfuerzos. La mejor forma de hacer esto es demostrando un interés personal en sus proyectos y en sus trabajos, darle seguimiento para medir el progreso y ofrecer ayuda inmediata si esta es necesitada.
Hay que tomar en consideración que hay empleados que aunque sean muy competentes, son lentos en hacer su trabajo y en lograr resultados. Les falta esa chispa o ese sentido de urgencia para las cosas y a veces hasta parecen haraganes o desinteresados. A esa gente hay que inyectarle un sentido de urgencia, hay que ponerles las pilas como decimos en nuestros países. La mejor forma de hacer éso es revisar sus objetivos y sus planes con bastante frecuencia. Hay que presionarlos para que nos digan cuando van a empezar algún proyecto. Nos tienen que decir cuando estiman que el proyecto se terminará y les tenemos que dar constante seguimiento para ver si se está avanzando de acuerdo a lo planeado. Ayúdelos en lo que tenga que ayudarlos para que se mantengan el ritmo y no se atrasen. Celébrelos y déles crédito cuando cumplen sus objetivos a tiempo.
Algunos empleados reaccionan rápido, le cogen el gusto a hacer las cosas a tiempo y sienten un gran sentido de satisfacción cuando logran resultados. Cuando usted tiene a empleados así en su equipo, asegúrese de no convertirse usted en el obstáculo que los retrasa y les hace perder tiempo. Deles su atención inmediatamente cuando así lo soliciten o lo necesiten. No deje que se frustren esperando por su decisión, procedimientos lentos o la trampa del papeleo, lo que los estadounidenses llaman el “red tape”. Hágase el propósito de quitarles obstáculos de su camino para que así puedan concentrarse en lo que verdaderamente es importante: terminar el proyecto.
No existe sustituto para el empeño o el interés. Aquello en lo que usted está verdaderamente interesado tiende a completarse rápidamente y a tiempo. Aquello que no le interesa mucho va a demorar más y muchas veces nunca se va a completar.
Póngale ganas e interés desde principio a fin y usted verá como las metas van a empezar a cumplirse en su empresa y negocio para beneficio suyo y de sus empleados.
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