domingo, septiembre 16, 2007

La capa de ozono luego del Protocolo de Montreal

Este domingo 16 de septiembre se cumplen veinte años del primer paso importante en la toma de conciencia sobre el cuidado de la atmósfera y el control sobre los gases que la destruyen.


El Protocolo de Montreal relativo a "Sustancias Agotadoras de la Capa de Ozono" es un tratado internacional diseñado para proteger la capa de ozono a través del control de la producción de las sustancias que se creen responsables de su agujero. Fue firmado el 16 de septiembre de 1987 y entró en vigor el 1 de enero de 1989. Por su amplia adopción, resulta un ejemplo excepcional de la cooperación internacional y por ese motivo, cada 16 de septiembre, se celebra el Día Internacional para la Preservación de la Capa de Ozono.
Hasta el momento 191 países han ratificado el Protocolo de Montreal adhiriendo a los plazos acordados para la reducción, desaliento de la producción e importación de casi 100 productos químicos que tienen propiedades nocivas contra la capa de ozono.

Entre otros aspectos, incluye disposiciones especiales para los países en desarrollo, concediéndoles un "período de gracia" de unos 10 a 15 años, según el producto químico de que se trate, más allá de las fechas establecidas para los países desarrollados.
Además, el Protocolo estableció un Fondo Multilateral con el objetivo de posibilitar a los países en desarrollo, que reúnan las condiciones para recibir ayuda y cumplir con las metas de reducción con plazos específicos para los productos químicos controlados.


Las contribuciones al Fondo proceden de 43 países desarrollados; es supervisado por el Comité Ejecutivo e integrado por 14 naciones, 7 desarrolladas y 7 de países en desarrollo. Mediante este fondo se ha podido financiar más de 5.200 actividades en más de 140 países, con inclusión de la clausura de plantas de producción de sustancias que agotan el ozono y la conversión de fabricantes, grandes y pequeños, que dependen del uso de sustancias destructoras.

El Protocolo, ampliamente elogiado por distintos sectores internacionales y que además fuera la base para reuniones similares posteriores, estipula que cada adherente presente un informe anual sobre su producción, importación y exportación de cada uno de los productos químicos que se ha comprometido a eliminar, destacando que según datos técnicos, en la mayoría de los países sólo se utilizan cuatro o cinco de esos productos.

Cada informe es examinado por un Comité de Aplicación integrado por 10 países de diferentes regiones geográficas, que permiten formular recomendaciones y los países que estén en situación de incumplimiento, pueden participar en la elaboración de planes de acción que incluyen parámetros de referencia, con plazos específicos para asegurar su pronto retorno a la situación de cumplimiento.

El Protocolo contiene disposiciones de carácter comercial que prohíbe a las naciones adherentes comerciar sustancias que agotan el ozono con entidades que no son partes del mismo.

Químicos controlados

CFC o clorofluorocarbonos: son los productos químicos más comunes controlados mediante el Protocolo de Montreal. Se utilizaban ampliamente en una gran variedad de actividades y productos, entre los cuales figuran la refrigeración, las espumas y la limpieza de metales. Hasta el momento su uso es prácticamente inexistente en países desarrollados, aunque aún quedan algunos usos limitados principalmente a inhaladores médicos. Los países en desarrollo ya han eliminado más del 75% su uso y disponen hasta 2010 para completar la tarea.

Halones: es el segundo grupo de productos que más se utilizan en el mundo y se emplean como agentes de lucha contra incendios en todo tipo de aplicaciones. Los países desarrollados han eliminado su producción, pero su uso a partir de la existencia anterior aún prosigue para fines tales como aeronaves y aplicaciones militares. Los países en desarrollo ya han eliminado su uso en un 90% mientras que su eliminación total está prevista para 2010.

Tetracloruro de carbono: otra sustancia que agota el ozono y su uso más común es como solvente detergente industrial. Los países desarrollados eliminaron el uso de este químico en 1996, mientras que los países en desarrollo han alcanzado un 85% de reducción y está previsto que logren su eliminación total en 2010.

HCFC o hidroclorofluorocarbonos: tal vez el más importante grupo de productos químicos que atentan contra el ozono y se conocen como sustancias de transición, porque se han utilizado como sustitutos de los CFC en muchos usos de refrigeración y espumas. Su empleo era preferible a los CFC debido al hecho de que su capacidad para destruir el ozono era menor. Sin embargo las partes integrantes del Protocolo acordaron prolongar el período de eliminación. Para los países desarrollados será en 2030 y la eliminación final para los países en desarrollo en 2040.

Metilcloroformo: se empleaba como disolvente para detergentes industriales. Este uso se ha eliminado en los países desarrollados y en 2005 los países en desarrollo habían logrado un 67% de reducción en su trayectoria hacia la eliminación total prevista para el 2015.

Bromuro de metilo: la sustancia más conocida en el sector por su gran poder como fumigante en producciones agrícolas. Estaba previsto que los países desarrollados alcanzaran la eliminación total en 2005, pero alrededor de un 30% del uso histórico continúa. Las naciones en desarrollo ya han eliminado aproximadamente el 40% de este producto químico en su camino hacia la eliminación total en 2015. En muchos lugares también se emplea el metilbromuro para desinfecciones de cargas relacionadas con el comercio para usos de cuarentena y previas al envío.
El uso del metilbromuro está exento del Protocolo de Montreal y plantea importantes desafíos al desarrollo y la adopción de alternativas para esas aplicaciones.

Otros productos químicos: Las categorías finales corresponden a sustancias vinculadas a los hidrobromofluorocarbonos (HBFC), bromoclorometano (BCM) y otros CFC totalmente halogenados que son productos químicos para usos muy específicos, con mercados muy reducidos. En general, se incluyeron en el Protocolo a modo de precaución, para eliminar la posibilidad de que su uso aumentase.

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Conclusión

Sin lugar a dudas el Protocolo de Montreal mostró un antes y un después en materia de conservación del ambiente y por ende de la capa de ozono. Hasta ese momento las organizaciones internacionales relacionadas con la ecología y el medio ambiente junto a muy pocos países, habían realizado manifestaciones individuales y sectoriales sobre su cuidado y preservación; sin embargo, recién a partir del Protocolo de Montreal, cuyo documento final se hizo público el 16 de septiembre de 1987, el mundo comienza a tomar verdadera conciencia del mal que el hombre le está produciendo a la naturaleza.


No es posible imaginar la vida en la tierra sin la capa de ozono protectora de los rayos ultravioletas y, países signatarios del Protocolo, como la Argentina, en un esfuerzo todavía modesto, ha dado muestra de responsabilidad y cumplimiento de los plazos preestablecidos.


En este sentido el campo lleva la delantera. El sector tabacalero nacional, al ritmo de programas estatales como el proyecto Prozono, más las exigencias del mercado internacional; están trabajando en la eliminación total del bromuro de metilo, solo basta orientar esos esfuerzos hacia otros sectores productivos como las hortalizas.

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Conciencia tabacalera

La protección de la capa de ozono ha pasado a ser en la última década una de las prioridades de la comunidad internacional. La vida en la Tierra ha sido protegida durante millones de años por esta capa de gas vital en la atmósfera que sirve de escudo para protegerla contra las dañinas radiaciones ultravioletas del sol, mientras que en tan solo 70 años, la acción del hombre ha producido una destrucción de la capa de ozono que amenaza a los ecosistemas de todo el planeta. Sin embargo, las naciones del mundo han reaccionado y se están haciendo esfuerzos para reducir los gases que la destruyen.


La Argentina se encuentra entre las que se han comprometido firmemente a hacerlo y trabaja activamente.
Entre los principales destructores de la capa de ozono se encuentra el bromuro de metilo, un fumigante que ha sido usado comercialmente por más de 40 años para el control de hongos, bacterias, virus, insectos, ácaros, nemátodes y roedores. Además, tiene suficiente toxicidad para controlar semillas y malezas en los suelos. Es un producto químico versátil, penetrante y efectivo bajo un amplio rango de temperaturas y su acción biocida es segura, además de airearse en forma rápida.


Se utiliza tanto en fumigación de suelos, en tratamientos cuarentenarios o de productos almacenados, como para desinfección de estructuras. El abanico de cultivos y productos sobre los cuales se aplica es bastante extenso, y abarcativo de diferentes cadenas agroalimentarias y agroindustriales.

El sector tabacalero ha sido un tradicional usuario de este producto, consumiendo casi una tercera parte de las importaciones argentinas de bromuro de metilo. Sin embargo, cuando se supo que este gas destruía la capa de ozono, el conjunto del sector (gobiernos provinciales, empresas tabacaleras, cooperativas, cámaras y asociaciones de productores e instituciones nacionales) tomó la decisión de reemplazarlo contribuyendo de esta forma a la conservación del ambiente global.

La Argentina produce tabaco en siete provincias del norte: Jujuy, Misiones, Salta, Tucumán, Corrientes, Catamarca y Chaco. El valor de la cosecha anual es de cientos de millones de dólares. Cerca del 60% de la producción se destina a mercados externos.
Más de 20 mil agricultores que van desde el pequeño campesino hasta la gran empresa capitalizada hacen del tabaco su principal fuente de ingresos. Es decir que se trata de un cultivo importante tanto desde el punto de vista económico como social en la Argentina.
La sustitución del bromuro de metilo no ha significado una tarea fácil ni exenta de sacrificio para los productores tabacaleros. Para facilitar este proceso, el Insituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, inició su trabajo en este tema en 1998, en el marco del Proyecto Prozono.

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Más alcances

A pesar que la superficie plantada con tabaco creció un 15% desde que comenzó el proyecto, el consumo de bromuro de metilo disminuyó en un 78,7%. De 268 tn métricas en 2000 a 56,88 tn métricas en 2006.
El 93% de un total de más de 21.000 productores tabacaleros ya han dejado de usar bromuro de metilo, y 82% de la superficie total se encuentra utilizando almácigos flotantes, metam sodio u otras alternativas menores transferidas desde el proyecto INTA Prozono.

El tabaco de tres provincias (Misiones, Corrientes y Chaco) está 100% libre de bromuro.
Una contribución fundamental para asegurar la sostenibilidad de este logro ambiental en el futuro, es que cuatro provincias ya prohibieron, en el marco de sus normativas provinciales de agroquímicos, el uso de bromuro de metilo en tabaco (Corrientes y Tucumán) y para todos los usos (Salta y Misiones) a partir de 2007.

Jujuy, es la provincia que menos ha progresado en materia de utilización de alternativas al bromuro de metilo, a pesar de la importancia que tiene el cultivo de tabaco. Las normas provinciales en materia de Medio Ambiente tampoco son restrictivas para su comercialización y uso del bromuro de metilo.

Toxicidad

El bromuro de metilo es un producto extremadamente tóxico para el hombre. El polietileno que se usa para cubrir el suelo al aplicarlo, no es impermeable a los gases, y gran parte del gas que se aplica escapa al aire circundante pudiendo ser absorbido por personas y animales, además de destruir la capa de ozono.

El bromuro de metilo puede provocar desde lesiones en la piel, trastornos de la personalidad parecidos a los del alcoholismo; confusión mental; ansiedad fóbica y depresión; edema pulmonar, y llegar hasta la muerte en casos extremos. Un reciente estudio sobre 55.000 trabajadores del campo en Estados Unidos concluyó que el uso de bromuro de metilo esta significativamente asociado al riesgo de contraer cáncer de próstata.

Tabatec

El próximo martes 18 a las 11 de la mañana se llevará a cabo el lanzamiento formal del Centro de Experimentación Tabatec, que funcionará en la sede del proyecto Prozono del INTA Salta sobre la ruta Nacional 68.

Tabatec estará integrado por la Secretaría de la Producción de Salta, la Cámara del Tabaco, la Mutual de productores tabacaleros (A.M.P.T.S.), la Cooperativa de Productores Tabacaleros de Salta (Coprotab), el INTA, Fondo Especial del Tabaco (FET) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación.

Este Centro de Experimentación, cuya carta intención ya fuera rubricada por las entidades participantes hace algunos meses, orientará su trabajo hacia el área de relevamiento ambiental y ordenamiento territorial; coordinará el proyecto Prozono; incorporará planes de capacitación y trabajará en diversificación de producciones y mercados alternativos.

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