La CESSI encarará una serie de contactos con cámaras que agrupan mayoritariamente a PyMEs para promover la incorporación de tecnología argentina. También hay sondeos con el nuevo gobierno porteño.
“Desde entonces, las World class del software se lanzaron a promover sus productos y servicios para PyMEs, lo que generó la extraña sensación de una danza un tanto esquizofrénica: Los proveedores dicen que le venden a unas PyMEs que no conocen y que en gran parte no identifican, mientras que las PyMEs no les compran ni parecen interesadas en comprarles. No hay danza, pero una de las partes dice que lo está pasando muy bien.” La frase, publicada en esta misma columna hace poco menos de un año, exactamente el 16 de noviembre del año pasado, se refería a un fenómeno que el periodista identifica luego de entrevistar a cientos de pequeños empresarios y a la mayoría de los ejecutivos locales de los grandes proveedores de TI. Dado que el mercado corporativo va camino a la saturación y considerando que han emergido numerosas empresas pequeñas y medianas que sustituyen importaciones y entran además en el comercio internacional, el segmento se ha convertido en un fruto tentador para los proveedores de tecnología. Pero estos grandes vendedores, al mismo tiempo que aparecen con grandes propuestas “para PyMEs”, muestran en la mayoría de los casos un total desconocimiento de lo que esas empresas son y necesitan y, sobre todo, lo que sus presupuestos pueden hacer.
El tema fue puesto otra vez sobre la mesa durante la presentación de la renovada Comisión Directiva de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI), ahora presidida por Miguel Calello. Según el plan de la entidad para el período 2008-2011, el sector venderá $ 9340 millones en 2011, un 93 por ciento respecto de 2006; exportará $ 1970 millones (unos US$ 600 millones a valores de hoy), lo que constituye un 119 por ciento más que en 2006 y generará 70.400 puestos de trabajo, un 76 por ciento más que en 2006. La CESSI señala entre sus objetivos, la promoción del consumo de TI por parte de las PyMEs, segmento que tiene, según dijeron, una baja tasa de incorporación de tecnología.
Contra lo que podría suponerse, uno de los mayores problemas que tienen esas empresas no es producto de alguna ignorancia o falta de educación, sino la falta de conocimiento por parte de sus potenciales proveedores, quienes suelen pasarles presupuestos siderales, pensados tal vez para el departamento de una gran empresa, que puede tener el mismo número de puestos de trabajo pero no es una PyME. Tal vez la pregunta que haya que hacerse es si realmente se trata de desconocimiento por parte de los grandes proveedores. En conversaciones con los máximos ejecutivos locales de las grandes multinacionales del software y del hardware, la primera conclusión es que ellos, en lo personal, tienen claro cuál es el potencial y cuáles son las posibilidades de las PyMEs. Pero sus corporaciones no tienen el mismo nivel de profundidad en el análisis o, si lo tienen, no encuentran al segmento como un negocio interesante.
Allí, tal vez, haya una gran oportunidad de negocios para empresas medianas y pequeñas del software local, muchas de las cuales son ya abastecedoras de las PyMEs no tecnológicas. En dicho camino se encuadra la decisión de la CESSI de trabajar con las cámaras empresarias, para llegar a las PyMEs a través de quienes tratan con ellas en forma directa. La propuesta gana en potencial si se considera que las pequeñas y medianas empresas constituyen cerca del 9 por ciento de las exportaciones argentinas, pero, al mismo tiempo, sus ventas al exterior son aquellas que tienen mayor valor agregado, por lo cual son las que pueden incorporar mayores proporciones de tecnología argentina.
En nuestras conversaciones con directivos de cámaras empresarias, sobre todo de aquellas que agrupan a PyMEs manufactureras, la visión exportadora y la demanda de tecnología que las ayude en la misión son temas que surgen casi naturalmente. Es una buena decisión abordarlos directamente, sobre todo en un momento en el cual la lógica económica de los gobiernos –nos referimos a la administración nacional, pero también a las provincias y municipios de todo el país- apunta a promover las exportaciones de alto valor agregado. Otro capítulo es convencer a esos mismos administradores de sus propias necesidades. Nuevamente, están acostumbrados a recibir presupuestos siderales, algunos de los cuales ya generaron escándalos internacionales no hace tantos años. Si las primeras declaraciones de Cristina Fernández, presidenta electa, quien valorizó enfáticamente el crecimiento del sector del software, marcan la línea que seguirá su Gobierno, tal vez haya algunos cambios.
Otro aspecto que se propone encarar la CESSI es ampliar los acuerdos con las provincias para adscribir a la Ley de Promoción del Software. El caso más complicado es el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuyo gobierno debate internamente –según dijeron en la cámara- si conviene o no promover a las empresas del sector. Mientras los funcionarios siguen contando sus costillas, muchas empresas de software y servicios informáticos hacen cuentas para trasladarse a la provincia de Buenos Aires, donde abundan las promociones. Ahora el tema será manejado directamente por la nueva vice gobernadora de la ciudad, Gabriela Michetti, con quien ya se han realizado contactos relativamente informales. Que el tema sea abordado directamente por la máxima administración del poder Ejecutivo puede ser una buena señal. Pero habrá que esperar hasta el 10 de diciembre próximo para ver si esos contactos se vuelven oficiales y si las promesas se convierten en hechos de gobierno
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