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"Creía que las había perdido para siempre", declaró Aamodt, que se retiró a principios de año, en la radio-televisión NRK.
En agosto de 2003, unos ladrones sustrajeron 19 medallas conquistadas en los Juegos Olímpicos y en Campeonatos del Mundo depositadas en una caja fuerte en el domicilio del padre del atleta.
Aamodt explicó haber recibido este verano una llamada de una persona anónima que vio las medallas en internet. Los valiosos objetos, ocho de ellos de oro, le fueron restituidos después.
"Cuando me las robaron, estuve deprimido durante todo un día. Pero son los recuerdos los que más cuentan. Las medallas no tienen valor, aparte del valor afectivo para mí", indicó Aamodt.
La colección, que se vio ampliada entretanto con una 20a medalla, de oro, conseguida en el Súper-G en los Juegos Olímpicos de Turín en 2006, está ahora expuesta en un museo de Lillehammer (sureste de Noruega). "Está más segura que en casa de mi padre", explicó el joven jubilado, de 36 años.
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