El 15% de la población mundial ha sufrido alguna vez de un trastorno de ansiedad, según expertos.
En el último quinquenio ha mejorado la atención de salud mental en Panamá, pero aún hay retos.
Una tensión en el cuello, los hombros y la espalda. Un nudo en el estómago. Náuseas. Manos que sudan y tiemblan. El pecho que se aprieta y no deja respirar. Se acelera el pulso, hay cansancio, fatiga, irritabilidad, y al final una sensación de sufrimiento e infelicidad. Es la ansiedad.
El 15% de la población mundial ha sufrido alguna vez en su vida de un trastorno de ansiedad, según los expertos. Hay formas de enfrentarlo, pero muchos no lo superan y desarrollan otras afecciones más serias. La mente también se enferma.
Hoy el reto de los servicios de salud es enfrentar el creciente número de personas afectadas por esta, la enfermedad de la vida moderna, hacer que la gente entienda que sí tiene un problema de salud, pero que tiene solución.
Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), uno de cada cuatro adultos que vive en Centroamérica tendrá al menos una vez en su vida un problema relacionado con la salud mental.
El especialista en salud mental de la OPS para Centroamérica, Víctor Aparicio, explicó a la agencia AFP que en estas cifras se encuentran “desde las personas con un pequeño problema depresivo hasta los que padecen algún tipo de psicosis”.
Tema olvidado
En Panamá y en la región centroamericana, el tema de la Salud Mental ha carecido de la visibilidad y atención de otras afecciones como el dengue, el cáncer o la diabetes. Además, como admiten incluso profesionales de la salud, en el mismo sistema sanitario y en la sociedad han persistido actitudes de discriminación y estigma hacia los enfermos mentales. Pero en Panamá la situación parece estar cambiando.
La psiquiatra Juana Herrera, directora general del Instituto Nacional de Salud Mental, dice que hubo avances en este quinquenio. “Panamá ha logrado un reconocimiento internacional por su avance en el tratamiento de las enfermedades mentales”.
Como retos importantes menciona la necesidad de mejorar el registro de pacientes con padecimientos mentales y la atención de las áreas indígenas. Por eso prefiere no hablar de cifras.
Herrera enfatiza en la necesidad de la llamada ‘psicoeducación’: “En la medida en que las personas tengan más conocimiento sobre las diferentes enfermedades mentales, tendrán más posibilidades de buscar ayuda”.
Educación, comprensión y comunicación
Algunas afecciones mentales se relacionan mucho, según los expertos, con el ritmo de vida de las personas y sus interrelaciones. La psiquiatra Juana Herrera identifica cuatro factores que influyen en afecciones como ansiedad y estrés: la personalidad del individuo, su carga de responsabilidades o rutinas vitales, su condición física y la edad. “Las personas después de los 40 años de edad, muchas veces no están preparadas emocionalmente para asimilar los cambios físicos u otros, como la partida de los hijos del hogar o una separación de la pareja después de 15 ó 20 años”.
Por ello recomienda prepararse para los cambios y mejorar la educación en valores. Por su parte, la psicóloga Maribel Mackay, del Minsa, señala que se debe mejorar la comunicación entre los miembros de la familia para evitar las tensiones. “Estamos encontrando problemas de depresión, brotes psicóticos e intentos de suicidio en adultos mayores que no habían presentado antes ningún cuadro”, señala con preocupación.
A estas poblaciones, señala, hay que brindarles mayor apoyo, sobre todo en su entorno familiar y cercano, como el de sus amigos y conocidos.
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