jueves, mayo 28, 2009

Mónica Naranjo y Rocío Jurado


'Punto de partida'. Es la canción interpretada por dos de las grandes voces del panorama musical español -Mónica Naranjo y Rocío Jurado- que suena cuando entras en el histórico pub La Sal, precisamente el punto de partida y de referencia para muchas de las lesbianas granadinas.

Hace 20 años este local abrió con la firme decisión de dar transparencia a una realidad que se había camuflado durante décadas, y aunque no fue el primer pub de ambiente homosexual de Granada, sí se ha convertido en la actualidad en el más antiguo de toda Andalucía: los primeros no resistieron y cerraron hace tiempo.
No hay por tanto ningún otro local de ambiente -como se dice en la jerga de la comunidad homosexual- en nuestra comunidad que pueda presumir de cumplir dos décadas de historia y, lo que es más difícil, sin cambiar de dueñas.

Al igual que las dos grandes voces de España, Rosa y Lali podrían considerarse dos de las grandes mujeres que más han luchado por el 'sexo débil' en Granada, hasta el punto de hacerlo más fuerte y visible.

A las puertas de este pub situado en la calle Santa Paula, Lali y Rosa, sentimentalmente unidas desde hace 17 años, narran la infancia y juventud de La Sal, a la que conciben como una hija para ellas y como la madre del 'ambiente' de la capital.

La Sal nació como un local alternativo en 1988 con inquietudes artísticas, donde se exponían poesía, escultura y se disfrutaba de música en vivo. «Era la época de La Sal por la tarde», comenta Lali, quien abrió el local junto con otras dos chicas.
Lo frecuentaban sobre todo «gente 'progre', artistas... una mezcla muy interesante». Tres años más tarde llegaría Rosa, y con ella un cambio radical tanto para Lali, con quien comenzó una relación, como para su hija, La Sal, a quien adoptó «como una hija propia». Fue entonces cuando la pequeña Sal entró prematuramente en la edad del pavo. El arte no la satisfacía plenamente y buscaba una nueva cara, más fiestera.
En 1991 llegó una remodelación en la que sus madres realizaron un gran esfuerzo económico para que la pequeña Sal estuviera protegida y acompañada. Invirtieron una gran suma de dinero en una segunda puerta de seguridad, para evitar los ruidos, y en una reforma que se adaptara a las exigencias de una 'movida' que llegaba a la capital con ganas de marcha.

En 1996 se empezaron a notar los cambios de público. Desde la primera gente que entraba simplemente «a curiosear» se pasó al reconocimiento y al respeto: La Sal había encontrado su hueco en la sociedad granadina y en la comunidad gay española.

Fórmula de éxito

Sin embargo, no todo sería color de rosa para este mundo rosa. Los comienzos eran complicados en los años 80 para un pub de estas características: «Somos mujeres, y encima somos lesbianas, no podíamos esperar tenerlo fácil».

Pero estas dos mujeres con los pies en la tierra siguieron adelante, y tras un cierre que duró casi un año, Rosa y Lali se pusieron manos a la obra para volver con más fuerza que nunca. «Hemos resistido a todo por el apoyo incondicional de la gente». La ecuación es sencilla: Si La Sal ha durado tantos años es porque lo han hecho bien, y si lo han hecho bien... ¿Cuál es la fórmula para hacerlo bien? «Lo bueno de La Sal es que para muchos se ha convertido en una segunda casa, la gente nos quiere, es raro que haya en Granada gente que 'entienda' -otro vocablo en la jerga para designar a quien es homosexual- que no haya empezado en La Sal», responde Rosa.

«Aquí la gente viene 'de bien', no hace falta ser ni más guapos, ni más altos, somos educados y respetuosos y nos gusta divertirnos». A pesar de que en Granada hay muchos pubs dedicados a este público «nadie entra en otros locales como lo hacen aquí: sin máscaras».

Otra cosa que honra a La Sal es que «aquí no ha tenido jamás cabida la venta y el consumo de drogas». Las propietarias están orgullosas de decir a los cuatro vientos que en su pub ni se venden drogas ni carne. Y con 'carne' quieren hacer referencia a que «nunca hemos dicho a nuestros camareros cómo deben ir vestidos o cuánto tienen que sonreír al que paga una copa».

Si La Sal fuera un producto con marca registrada, su ingrediente mágico no sería otro que su música 'petarda', desenfadada y alegre. Los asiduos al histórico pub no se sorprenderán jamás al escuchar las últimas canciones del festival de Eurovisión o las del grupo flamenco 'Siempre Así'. «Evitamos el 'house' que evidentemente atrae a un tipo de gente que no buscamos. Queremos un sitio divertido».

Pioneras y mayores

Y no sólo sin su música. La Sal no puede entenderse tampoco sin sus fiestas: la del Cartero, la de San Juan, el cumpleaños de La Sal... «Actualmente otros locales también las festejan, pero todas las ideas nacieron de aquí».

De igual modo fueron las primeras en organizar una fiesta en honor a la Mujer Trabajadora, las primeras en apoyar el Día Mundial de la Lucha contra el Sida y las pioneras en colocar la bandera gay «sin miedo a ocultar lo que somos».
Con estas recetas La Sal ha conseguido traspasar la barrera de la veintena y ha llegado a un punto en que mientras abren y cierran locales, los gays y lesbianas pueden estar seguros de que La Sal siempre tendrá las puertas abiertas.

Así será al menos hasta que cumpla los 25 años -mañana jueves festeja los 21-. Hace ya tiempo que Rosa prometió «que habría Sal hasta el cuarto de siglo», pero sus fieles seguidores se preguntan qué sucederá después. «Los 25 es el mínimo que garantizamos, estaremos aquí hasta que el cuerpo aguante», admite Rosa.

La idea de un traspaso a otras propietarias se les antoja una locura. «Ella -La Sal- es mágica, es nuestra vida. Lali la parió y yo la adopté. No la traspasaremos nunca, porque es nuestra hija».

No hay comentarios: