martes, febrero 16, 2010

Crisis ¿para quién?

Generaría un momentáneo caos, pero no más que la crisis actual, que cada día va a peor y a la que no se le divisa un final. Se limitaría a un caos de medio año, que sabríamos exactamente en qué fecha debe concluir.

Demasiada liquidez lanzada bruscamente al mercado se convertiría en una masa de dinero incontrolable, aunque gran parte nunca afloraría porque sus dueños preferirían perderlo a pasar por la cárcel.

Y curiosamente lo que perdieran iría a engrosar las arcas estatales porque al no tener que responsabilizarse por unos billetes que no aparecen dispondrían de más dinero para escuelas, seguridad social u hospitales, por lo que se daría el paradójico caso de que serían los ciudadanos los que se beneficiarían de tanto negocio sucio.

Y contra lo que pueda parecer, el coste económico de semejante operación resultaría mínimo. Se conservarían los mismos billetes, los mismos diseños y las mismas planchas de impresión, pero su única diferencia estribaría en el color de la tinta; si el billete de cien euros es verde, a partir de un determinado momento tan solo tendrían valor los rojos, el de cinco se volvería amarillo, el de cincuenta, azul y así sucesivamente .

No habría más costo que el de impresión y reparto, y los viejos billetes, ya inútiles, se reciclarían en papel para los nuevos.

Advirtiendo de antemano que cada cinco años el color de los billetes volvería a alterarse, se evitaría que nadie cayera en la tentación de amasar un dinero ilegal que acabaría valiendo menos que un periódico usado.

Resulta evidente que se inventaría otras formas de evasión, pero cualesquiera que fueran resultaría más complicadas, más localizables y menos dañinas de lo que está demostrado ser el sistema actual.

De lo único que tendrían que preocuparse los inspectores de hacienda sería de establecer un rígido control para que nadie comprara nada con un dinero del que no pudiera acreditar su procedencia. *

No creo que el autor de la fuente de la que me he valido sea un lunático, todo lo contrario, el ser una autoridad mundial de la literatura universal le da argumentos para plantear alternativas a la aguda crisis económica. Y dentro de la libertad de expresión que todos tenemos derecho hay que soportar las desafortunados comentarios que nada tiene que ver con los argumentos desarrollados sobre el titular de este artículo: Crisis ¿para quién?

En tanto en cuanto los gobiernos sigan siendo el consejo de administración al servicio de las grandes multinacionales la crisis económica del sistema continuará profundizándose donde los ricos serán cada vez mucho más ricos y los pobres seguirán engrosando la nómina de los más deprimidos. El sistema ha tocado fondo o techo, el sistema ya ha caducado y cualquier reforma está avocada al fracaso. En tanto los bancos, cajas de ahorros y los gobiernos sigan teniendo sus paraísos fiscales en Andorra, Bahamas, Panamá, islas del Canal de la Mancha, etc. no habrá control sobre las riquezas mal adquiridas porque es una herramienta que el propio sistema se ha inventado y los gobiernos han justificado y legalizado. Hasta que no halla un sistema económico más equitativo no habrá justicia social y por tanto el lodazal donde se revuelcan los contrabandistas del sudor seguirá ignorando que a ellos también la crisis les afectará ya que su sistema no aguanta componendas, tendrán que cambiarlo.

Mientras tanto el peso de la crisis la seguiremos pagando los de siempre, por tanto, crisis ¿para quién?

* Fuente: Vázquez Figueroa. Kalashnikov.

No hay comentarios: