martes, marzo 17, 2009

Ciencia y empatía

Existen dos formas de comprender algo: (1) estudiándolo desde fuera, como un objeto externo, intentando conocer todos sus datos y construyendo teorías sobre su estructura y funcionamiento, y (2) estudiándolo desde dentro, como una experiencia interna, intentado vivir en carne propia todas sus características y haciendo un esfuerzo por convertirse en el propio fenómeno que se está comprendiendo. Podemos llamar al primer tipo de comprensión «conocimiento objetivo» o «ciencia». Podemos llamar al segundo tipo de comprensión «conocimiento experiencial» o «empatía». Hasta ahora los reportajes televisivos que pretendían informarnos acerca de cualquier cuestión se ajustaban a la lógica objetiva, científica.

Cuatro nos ofreció el viernes otra entrega de «21 días», el primer programa de reportajes basados en la empatía: Samanta Villar quiere investigar el tema de los trastornos de la conducta alimentaria, y el método elegido es intentar convertirse ella misma en un caso de trastorno anoréxico. Lo hizo el mes pasado con los «sin techo». Lo hará el próximo mes con los fumadores habituales de cannabis.

«21 días sin comer» es un documento interesantísimo, por supuesto. Cuatro sigue siendo la cadena que más se atreve a emitir materiales de alta calidad en el «prime time» de los fines de semana. Pero, como no podía ser de otra manera, el principal interés que tiene para el espectador no está en la identificación con la experiencia que está atravesando Samanta, sino en el conocimiento desde fuera de lo que le ocurre. La periodista se iguala a lo que estudia, pero los espectadores no podemos igualarnos a Samanta, que queda reducida a otro caso más entre los cuatro o cinco que describe el reportaje. La empatía tiene sus límites. La televisión sólo termina de igualar lo que ya es previamente parecido. Al final, cuando de realizar un verdadero acto de comunicación se trata, no queda más remedio que apoyarse en la realidad.

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