Una tesis realizada en la Universidad de Granada ha demostrado que los pacientes que sufren ansiedad grave (trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social o ansiedad generalizada) creen tener más alteraciones fisiológicas (palpitaciones, sudoración…) de las que realmente presentan. La autora, Mª Isabel Viedma del Jesús, ha afirmado que existe de una relación entre la capacidad para reaccionar fisiológicamente y el pronóstico del éxito terapéutico, ya que son precisamente los pacientes con fobias específicas los que más se benefician del tratamiento cognitivo-conductual.
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