-Nuestra sociedad actual dedica más esfuerzos a cultivar el cuerpo que la mente…
-En cierto modo sí. El problema es que, aunque no le demos la misma importancia, la mente necesita el mismo entreno que el cuerpo y también debería ser diario. Tiene que ser un ejercicio equilibrado como estar 20 minutos tranquilo en un sitio por la mañana o por la noche y hacer un conjunto de ejercicios que ayuden a mantenerla despierta.
-¿Qué es más difícil resolver los ejercicios que proponen en su libro o que la gente sea capaz de encontrar esos 20 minutos diarios de calma?
-(Sonríe) No lo sé, pero conseguir eso no sería una mala práctica. La propia dinámica de la forma de vida actual hace que estemos trabajando una serie de prácticas cerebrales aunque sólo sea de forma inconsciente. En el libro trabajamos con seis capacidades que no tienen nada que ver con la vida diaria pero que hacen que la persona tenga un equilibrio en todas las materias. De esta forma cada uno puede darse cuenta de lo que necesita potenciar más.
-En mi caso sería conveniente trabajar más con cifras, ya se lo digo.
-Puede ser. El cuerpo y la mente tienen que tener un equilibrio. ¿Por qué digo lo de saber encontrar un momento de tranquilidad? Porque es clave para que la mente se concentre en lo que cada uno está haciendo, y eso es lo más importante. Tienes razón que en la sociedad actual parece un reto el poder encontrar esos 20 minutos para hacer esto diariamente, pero insisto en que sería conveniente.
-Según comenta usted en su libro, el declive cognitivo de las personas empieza sobre los 26 o los 27 años. ¿Con estos ejercicios diarios lograríamos frenar ese declive de nuestro cerebro?
-Sí. A lo largo de la nuestra vida las neuronas se van deteriorando y se van perdiendo sin embargo sabemos que sí que se pueden reestablecer las conexiones entre ellas. Cualquier ejercicio de este tipo hace que las neuronas se reestablezcan o, en el caso de que fallen conexiones por un lado, se generan conexiones por otro.
-¿Por qué dividen los libros en tres niveles distintos?
-Tiene que ver con el concepto familiar, nos gustaría que cada uno pudiera hacer simultáneamente esos ejercicios y que exista una tranquilidad familiar. Pero no son libros independientes, posiblemente hay ejercicios de adultos que puede resolver, incluso mejor, algún niño. Los niños tiene mucha más facilidad para los ejercicios de atención. Los adultos tenemos unos patrones mentales que a veces nos hacen más difícil encontrar según que diferencias.
-Habla usted de la atención. Hay muchos docentes que denuncian que los niños cada vez piensan menos y les cuesta más comprender los mensajes…
-Efectivamente, por ello de las seis capacidades que hay en el libro hay una que se trabaja en todos los ejercicios que es la de la atención, porque es imprescindible para todos las demás. Los ejercicios de cálculo se pueden hacer sin tener la capacidad del lenguaje. Eso no pasa con la atención.
-Proponen también ejercicios que se pueden hacer sin la necesidad de los libros…
-Sí, son ejercicios que se pueden hacer en la vida diaria. Por ejemplo, si estás en un autobús puedes ir contando las personas que suben y las que bajan para saber, en ese tiempo, cuanto dinero ha ganado el ayuntamiento. Con este ejercicio tan simple desarrollas capacidades de cálculo y de orientación espacial. El único objetivo, y el más beneficioso, es que el celebro esté trabajando.
-Pensaba que eso servía como excusa para no pensar en las preocupaciones que tenemos a diario…
-También, lógicamente. Si eliminamos ese estrés que tenemos, seremos más capaces de contar. El cerebro empieza una actividad centrada en una determinada capacidad y elimina el resto esperando a que esa actividad termine. Esta compartimentación del cerebro es muy importante y es lo que hace a veces que el cerebro descanse, es algo parecido al sueño. Eso también nos puede resultar beneficioso en el propio trabajo para saber en qué nos tenemos que concentrar en cada momento y como resolver situaciones. No es nada fácil.
-¿Existe diferencia entre sexos a la hora de hablar de capacidades cognitivas?
-El cerebro de la mujer es más pequeño que el del hombre, de todas formas sus capacidades cerebrales, o la mayoría de ellas, son superiores a las de los hombres. De los juegos que he hecho, las mujeres son mucho más aficionadas a aquellos en los que se requiere pensar, mientras que a los hombres les gustan más aquellos de habilidad, como los videojuegos. Lo que ocurre es que los intereses de la mujer son diferentes a los del hombre pero los que han diseñado los juegos normalmente son hombres que diseñan para hombres.
-Como usted. Póngame más ejemplos…
-A la mujer le gustan más los juegos del estilo colección o de cosecha o situaciones en las que tenga que conseguir o agrupar cosas. En cambio, el hombre tiene más interés en la velocidad y la rapidez. El hombre quizá tiene más capacidad de orientación espacial y la mujer de uso del lenguaje.
-¿Cómo se puede trabajar la orientación espacial?
-La verdad es que es una de las cosas más difíciles de entrenar. Nosotros hemos diseñado algunos ejercicios de cuenta cubos, que son los que permiten imaginar lo que no se ve y deducirlo de la estructura que sí se ve. El problema de la orientación espacial es que la mayoría de veces sólo es una cuestión de fijarse en las cosas. No es tanto el decir, es que no me oriento, como el que no te preocupas en orientarte.
-¿Cuándo empezó usted a sentirse atraído por el mundo de los pasatiempos?
-Con diez o doce años tenía una afición que consistía en cambiar las reglas de los juegos. Por ejemplo, cogía el Parchís y le cambiaba las instrucciones inventando la ficha de la voluntad o fichas diabólicas para recorrer el panel en sentido contrario. Eso hacía que la situación se mantuviera diabólica hasta al final, para mí era una delicia, para los demás una desgracia (Sonríe).
-Puedo imaginar sus caras. Esos fueron sus orígenes…
-Sí, luego ya vino el primer juego que hice que fue un simulador de incendios forestales. Plantea sobre un tablero con fichas un sistema de movimiento de decrecimiento del incendio en función del aire y del terreno, y de las actuaciones con medios.
-¿Le queda por hacer algún juego que represente el reto final?
-Hay un tipo de juego que me gusta mucho, que es como una gimcana con preguntas muy difíciles. Esos retos han cambiado con la presencia de Internet, que permiten a la gente buscar información rápidamente. Hay otro ejercicio que me encanta y que consiste en ordenar alfabéticamente las letras de una palabra. Parece fácil, ¿verdad? Es más complicado de lo que parece. Llevo mucho haciéndolo en los ratos libres y es muy divertido.
-¿Qué me dice de la estrella de los pasatiempos actuales, el sudoku?
-El primer libro que se publicó en España sobre sudokus lo hice yo. La gran ventaja del sudoku es que es como el pasatiempo perfecto, utiliza la lógica al 100 por cien, las explicaciones son muy simples y el tiempo que requiere para resolverlo puede variar mucho en función de su dificultad. Una persona analfabeta podría resolver un sudoku, no requiere más que lógica. Esa es la razón por la que sólo hay o fanáticos o detractores.
-¿Por qué?
-La lógica tiene esta característica, al que se le cruzan los cables, cualquier cosa que implique la lógica lo lleva muy mal. El sudoku no es un pasatiempo japonés, como muchos creen, es americano, aunque los japoneses lo cogen porque como no tienen letras como las nuestras, se apasionan por los pasatiempos numéricos.
-¿Es usted capaz de mantener la mente en blanco?
-Me cuesta mucho dormir. O por estrés o porque tengo que entregar un trabajo o un juego, o porque estoy tranquilo que es cuando más pienso. Cuando pienso se me empiezan a ocurrir ideas y siempre tengo un cuaderno al lado de la mesilla donde escribo todas las ideas, si no, no puedo dormirme.
viernes, noviembre 14, 2008
Una persona analfabeta podría resolver un sudoku"
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